Durante la tarde del sábado me han llamado tres amigos que estudian en Washington y uno que está realizando la tesis doctoral en Ankara. Todos ellos han aprovechado la ocasión para tomarme cariñosamente el pelo con la fotografía de los Obama y los Rodríguez, sin olvidar el impacto y la falta de protocolo al presentar en escena a las niñas ‘góticas’ del presidente.
Me ha fastidiado en un primer momento tal tomadura de pelo, aunque tuviera tintes amistosos, porque esas acciones son el reflejo de lo que ellos sufren allí donde están. Por lo visto, y siempre según sus propias palabras, se han partido los ejes con la representación que España envía por el mundo. Hasta el propio Obama en la foto muestra una sospechosa sonrisa, como diciendo: “¡pero cuánto grajo vuela bajo!”
No se entiende lo de las ‘gótico-satánicas’ y seguramente no se entenderá en mucho tiempo. Y prueba de ello es que, ante el ridículo sufrido por la familia Rodríguez Espinosa y su casi salida a escondidas de EE.UU., dan fe de ello. El presidente se ha sentido incómodo con la situación, como se han sentido incómodos muchos afiliados y simpatizantes socialistas; aunque el primer incómodo y sorprendido fue el propio Barack Obama.
No puedo por menos que reir, a carcajadas… por no llorar, porque este esperpento, esta metedura de pata ante el mundo y ante los españoles, y ante sus hijas como padre, no tiene perdón.
Está claro que este señor es el capitán de un barco que hace aguas por todas partes, y en el fragor de la confusión se ha olvidado hasta del primero de sus deberes… ser un buen padre.
Está claro que ser FAN embobado y quinceañero de Obama, además de haberle sorbido el seso (el poco que tiene), le ha hecho perder el sentido del ridículo que le quedaba, si es que alguna vez tuvo algo de eso.
Pero, ¿cómo pudo llegar semejante personaje al poder en un partido de larga historia como el PSOE?
En fin, vivir para ver…