La aplastante lógica empresarial es lo que no entenderán nunca los sindicatos. Jamás se habían presentado cuatro objetivos más claros. Pero entre los sindicatos prima el confusionismo para poder pescar en río revuelto.
La claridad no forma parte del patrimonio sindical y mucho menos el talante o la elegancia de la negociación. Cuanto más rocoso y más frondoso, menos decoro y más confusión.
Precisamente las tesis empresariales fueron apoyadas por el Gobierno que, dicho sea de paso, cambia el ritmo y da a entender que está menos ciego que los ‘tuertos sindicales’.