Te equivocas Mariano si piensas que estás templando gaitas. Ni un solo afiliado te ha pedido que te quedes, ni que te presentes como candidato al Congreso del mes de junio. Te inventas esas historias, como resultado del nerviosismo que te agobia. Y no solo no te lo han pedido los afiliados del PP, sino que has osado comprometer a barones como Juan Vicente Herrera. Le has puesto entre la espada y la pared, de ahí ese «SÍ»; pero es el «SÍ» del miedo, de la desilusión y del compromiso.
Ni desde Castilla y León, ni desde Valencia van a salir apoyos para ti. Y mucho menos para tu niña, Soraya, a quien — por cierto — ya le han comido la partida dentro del partido. Tú sabes que han empezado por tirarle abajo sus proyectos. Desde ayer, Soraya pinta entre los diputados del PP menos que un grafitero en el desierto. Y, por si fuera poco, has demostrado un nerviosismo inusual en ti: de poco servirán tus ataques a Esperanza Aguirre. Ella es el resultado de unas elecciones, tú eres el resultado del dedo de Aznar. Vas contra corriente, los afiliados no te quieren como presidente y, como sabes, has recibido cientos de cartas de ciudadanos, votantes y afiliados invitándote a ‘ver puerta’.
Mariano: no merece la pena que sigas haciendo daño al Partido Popular. Tu camino ha llegado a su fin. Has cometido el error de contestar a Esperanza y has comprobado que tiene más apoyos que tú. Ahí tienes a Ignacio González plantándote cara. ¿Qué sería del PP si liberales y conservadores abandonaran el PP? La respuesta es sencilla: quedarían en el partido popular tres y el del bombo; aunque este último sería incapaz de hacerlo sonar.
Una prueba evidente de la fuerte crisis que atraviesa el Partido Popular es que Rajoy no ha sido capaz de atacar al PSOE en el acto de Elche. El presidente, Rajoy, solo ha sabido criticar a su propia gente. El partido se le ha ido de las manos. Ayer me decía un ínclito cargo de responsbailidad del PP de Valladolid que Mariano Rajoy es un pufo. «No sabemos qué hacer con Mariano. Nos le imponen en el partido por los intereses de unos pocos: precisamente esos que llevan años y años en la grupa del burro, como Tomás Villanueva. No deja que nadie se mueva, ni hable. Estamos desconcertados y muchos compañeros han optado por marcharse del partido. No solo queremos que se vaya Mariano, sino que deben marcharse muchos dirigentes provinciales y regionales. El partido se rompe y quienes más hemos trabajado en él y por él, somos quienes más abandonados nos encontramos. Lo puedes comprobar a diario. Creo que no hace falta que te diga nada más»
Las numerosas familias que se han formado en el PP no van a consentir que Mariano tire por la borda el trabajo de muchas provincias. Se han propuesto pedirle que abandone la ‘nave‘ antes de que sea tarde, si bien ha perdido excesivo tiempo. Hasta el presidente de Castilla y León está contrariado por haberse visto obligado a apoyar a Rajoy contra su opinión; de ahí la sorpresa de los afiliados leoneses y castellanos. Juan Vicente Herrera está arrepentido, pero tiene miedo, mucho miedo y muchos problemas a su alrededor. La guerra de guerrillas cerca a Rajoy, atontona a Herrera y desconcierta a personajes como Arenas y Villalobos.
Y, por si el desconcierto era poco, sale Paco Álvarez Cascos y dice que hay que dejar hablar a los afiliados del partido, además de que no se puede hablar en nombre de todos, sino que para hablar en nombre de todos hay que preguntar a cada uno. El partido que fundara don Manuel, y refundara José María Aznar, se rompe por los cuatro puntos cardinales; mejor dicho: Mariano Rajoy lo está rompiendo y está degradando lo que sus compañeros han tardado muchos años en construir. ¡Por Dios, márchate, Mariano, no lo pienses más! Si Mariano Rajoy no se marcha, mucho me temo un congreso a la búlgara y, sin mucho tardar, la muerte del Partido Popular.