Era de esperar. Pizarro no puede soportar la humillación a la que le ha sometido Mariano Rajoy en estos últimos días. Con ello se demuestra que Pizarro no era para el partido, ni el partido lo está sabiendo gestionar Mariano Rajoy.
Se evidencia que si el presidente ‘popular’ monta un circo, le encogen los elefantes. A esa circunstancia hay que añadir que la elección de Soraya no ha sentado bien en buena parte de las familias del PP, con lo que no son de recibo las declaraciones de Rajoy, respecto a que confía en que amainen los problemas y el malestar en los próximos días.
Nunca llegué a creer que Manuel Pizarro aceptara ser portavoz de economía en el Congreso de los Diputados, en caso de que se lo propusieran. Sí me le imagino de ministro del ramo o de coordinador de la cosa dentro del partido. Es de suponer que su enfrentamiento económico con Pedro Solbes en televisión le cerró muchos de los caminos que creyó tener abiertos.
Con la pérdida de prestigio de Pizarro, tras el debate con Solbes, Mariano Rajoy perdió la primera baza; fue algo así como sentir que había fracasado en su primera decisión de peso. Su pequeño globo se había desinflado. Pizarro pasó, en apenas unos días, de estrella a estrellado; de luz a sombra; de requerido a poco amado y de solicitado a olvidado. Hoy, ni siquiera se encuentra en la segunda fila del partido. Mal comienza otra vez Mariano. Lo siento por Mariano, que siempre fue un gran vasallo, mientras tuvo un buen señor.
La prudencia de Pizarro ha hecho que no haya estallado su malestar. Hasta Soraya se ha mofado en dos ocasiones del que fuera ‘estrella’ de Rajoy para la campaña. Mariano ya no maneja el partido. Bullen por todas partes los desconformes, los ignorados, los madrileños y los valencianos. Ha sentado muy mal el comentario ‘sorayesco’, respecto a que iba a contar con quienes no habían trabajado hasta ahora, dejando de lado a madrileños y valencianos. ¿Qué pensarán Jesús Merino, Alfonso Alonso, García Tizón…?
No hay que olvidar que al PP le ha fallado la comunicación, tanto la interna como la externa. El hervidero en que se ha convertido el PP, puede llevar a que surjan candidatos antes del congreso; pero con la prudencia que no supo tener María Cristina Castro. De momento el burgalés y el vallisoletano andan de tapado, por lo que pudiera pasar. Saben las dificultades de meter la cabeza en un fortín cerrado, donde ante cualquier anuncio de candidatura se es carnaza de amenaza de muerte y acusación de infidelidad.
Soraya – y los ‘sorayos’, todo sea dicho de paso – quiere que nadie se desmande. Van a permitir que se luzcan los nuevos, pero con un control. Cualquier salida de la moderación será castigada. Estoy convencido de que no se les va a cortar las alas, pero tampoco se les va a dejar volar. Al tiempo. Me juego un completo.