Mariano Rajoy no lo va a tener fácil y mucho menos el partido. Los dos candidatos que pretenden sustituir al actual líder son personas de reconocido prestigio y de valía en el mundo del derecho, no superan los cuarenta y cinco años y están dispuestos a dar batalla en el mismo corazón del partido. Precisamente el candidato vallisoletano es quien más posibilidades tiene, frente al burgalés; pero visto lo acontecido hace unos años entre José Bono (hoy ‘cabestro’ para el PNV) y el actual presidente Rodríguez Zapatero, eso de apostar o inclinar la balanza antes de tiempo puede salir caro.
Al partido que dirige Mariano Rajoy le ha fallado la comunicación con los medios. Pero también le ha fallado la comunicación interna. Nunca las provincias se habían sentido tan desamparadas con respecto a sus dirigentes centrales. Pero, dentro de las propias provincias, también los servicios de segundo escalón se encuentran desamparados respecto a los dirigentes provinciales; no es de recibo que se impida salir a la prensa a un director provincial de cualquier consejería, sin que antes lo sepa y autorice el correspondiente delegado territorial de la Junta autonómica. Estamos ante una prueba evidente de que se precisa con urgencia una remodelación democrática en el seno del Partido Popular. Ya no sirven esas formas antiguas y vulgares. Rajoy ha perdido el control y el partido se acerca en semejanza al ejército de Pancho Villa de los peores tiempos.
La preocupante y cerrada jerarquización del Partido Popular se lleva a cabo también en provincias. Y eso está dañando al partido. Para que lo entiendan mejor: es algo así como llevar la torpeza a todos los escalones y estamentos del partido. Se está produciendo una falta de adaptación del partido a la realidad española, se ha perdido mucho terreno en muchos ámbitos y no se han dedicado esfuerzos a lo que realmente se requiere. Esos cambios han de llevarse a cabo sin más dilación.
No sé si para junio ya será tarde el cambio. El caso es que Mariano Rajoy está en una encrucijada y no le arriendo las ganancias. Su verdadera ganancia pasa por dar paso a la juventud preparada y perder el miedo a soltar las riendas del partido. Las bases deben impedir que Mariano llegue a las próximas elecciones generales como líder del partido, porque será garantía de fracaso y, sin duda, de seguro ‘revolcón’. Hay decisiones que no se pueden congelar, aunque tampoco han de tomarse en caliente; pero en lo que se refiere al cambio de líder por parte del PP, ya es tiempo.