Pedro Solbes no se ha atrevido a decir que nos hemos ganado el final de las pagas extraordinarias. Le da miedo; pero con el sofocón del triunfo electoral, llegado el caso, no tendrá inconveniente en anunciarlo. Será por el bien de la economía, por el equilibrio del mercado, para beneficio de la balanza comercial y por el bien del ciudadano.
Ello contribuirá a que desaparezca el desequilibrio actual y, por tanto, contribuirá a que no se dispare el déficit. Según Solbes, será el camino inicial para resolver la cabalgante inflación que se ha iniciado y que el conejo no parece haber resuelto de momento.
Lo que está claro es que Unidad Regionalista de Castilla y León, seguramente con el apoyo de los demás partidos democráticos, no consentirán que desaparezcan las pagas extraordinarias destinadas a los trabajadores. Se ponga como se ponga el socialismo, son derechos adquiridos por los trabajadores. Bien es verdad que, si ganan las elecciones, dirán que es un abuso para la economía, mientras que si las pierden se pondrán del lado de los trabajadores, aunque sea solo de boquilla postiza. Muy propio de la mentira y de la desvergüenza que acompaña al socialismo. Y es que cada vez que abandonan el poder, dejan la economía nacional temblando y las arcas del Estado en lamentable situación.
La base de la economía es el trabajo. Nunca los socialistas han comprendido que el trabajador requiere una especial protección contra la economía de mercado. Y todo porque los planteamientos socialistas son mediocres en el terreno económico y esperpénticos o estúpidos en el campo político.
Nunca tan pocos habían hecho tanto daño a la ciudadanía. Nunca un presidente de Gobierno, enfermo de odio y resentimiento, había despreciado a las víctimas y protegido a los verdugos. En fin, nunca los mediocres habían levantado la bandera de la división, la crispación y el enfrentamiento ciudadano.