Educación en varias velocidades

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España no dedica a la educación lo que debería dedicar. No solo no lo hace, sino que lo incumple sistemáticamente. Si siempre se ha hablado del 6% del PIB como la cantidad que se debe dedicar a la educación, actualmente la media de los países de la OCDE está en el 5,5%. El porcentaje dedicado por España está bastante alejado de esa media.

Hay algo que es evidente: no por dedicar más medios la educación es mejor. Sí existe la posibilidad de organizarla y planificarla mejor, pero los medios y los recursos no lo son todo, como se ha demostrado suficientemente. Cuando los recursos permiten una correcta y adecuada planificación se puede apostar decididamente por la calidad de la educación. Léase con detenimiento; no hablo de enseñanza o de instrucción, hablo de la educación en sentido amplio. Y esa calidad puede llevarse a cabo siempre que en los niveles básicos se afronten con rigor los retos que se plantea la sociedad.

El hecho de que la UNESCO nos sitúe entre los cincuenta y un países con más alto índice de desarrollo en educación, no quiere decir que debamos permanecer estancados, como ha sucedido en muchos de los aspectos contemplados por el informe PISA 2006.

El olvido de la política en la educación y el reconocimiento de la labor docente son dos pasos clave para la mejora de resultados. No está de más recordar, puesto que ya lo apuntábamos en otro artículo hace unos días, que quienes mejores resultados obtienen en PISA 2006 son aquellos países que trabajan en serio por dignificar la labor del profesorado, además de otorgar una atención prioritaria a la educación, así como reflejan en sus presupuestos ministeriales la financiación de medidas encaminadas a trabajar por la calidad y a buscar solución a los problemas que afectan a la sociedad.

Evidentemente, ninguno de los tres forman parte de las prioridades del Ministerio que preside Mercedes Cabrera; aunque sí se han adelantado al MEC varias comunidades autónomas cuyos resultados en PISA 2006 son bastante mejores que la media nacional. Es el caso de Rioja y de Castilla y León.

Sírvanos como ilustración de lo indicado que ni Cataluña, ni Andalucía, ni siquiera España mejoran los resultados en Ciencias. Castilla y León presenta el caso más llamativo, puesto que mejora dieciocho puntos respecto a 2003. Pero voy más allá: analizando con detenimiento los datos, Castilla y León ocupa el cuarto lugar del mundo en menor porcentaje de alumnado con un rendimiento por debajo del mínimo.

No seríamos justos si no reflejáramos una evidencia: “La comunidad con el sistema más equitativo de España es Castilla y León, con unos niveles de igualdad muy cercanos a los finlandeses. Es decir, la comunidad de Castilla y León consigue en la escala de Ciencias buenos resultados, pocos alumnos con retraso de conocimientos y una muy alta equidad. El sueño de muchos”. Así lo resumía José M. Lacasa, en el semanario MAGISTERIO.

Sin duda, para ilusionarse con el sistema educativo en León y en Castilla; pero no nos llamemos a engaño: el mérito es del profesorado y de las familias. Absténganse los políticos de ponerse medallas que no les corresponden. Decía John Boorman que “el progreso solo se consigue abriendo los brazos al progreso continuo”. Y esa es la filosofía de Castilla y León y Rioja, comunidades extraordinariamente situadas en PISA 2006 y en permanente ascenso y mejora de sus sistemas educativos.

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