Un caradura presidiendo una institución desprestigiada
Este señor de la foto preside el Congreso de los Diputados, aunque más bien habría que decir: el «Congreso de los Puñeteros». Está obligado a mantener la respetabilidad de la que presuntamente debería ser la mayor institución del Estado, pero su caradura le impide trabajar por los españoles y para España. «¡Al caradura, al caradura!», le decían a José Bono en Toledo.
Ha demostrado ser un mediocre de castigo y un monigote de látigo, pero aprovechado hasta más no poder. ¡Que nadie se confunda, no son insultos, sino adjetivos!
El mismo Bono fue el que, en su día, obligó a declarar los bienes de todos los diputados del arco parlamentario, tal vez para tapar sus adquisiciones por dudosas artes no confesadas aún. Sin duda, acabará como Barrionuevo y Vera. Al tiempo.