El sindicalismo español que, dicho sea de paso, es de tres gramos menos cuarto, no parece haber aprendido la lección de la gran crisis que tenemos encima. Tal vez sea porque ellos no la sufren y tampoco sus liberados. De lo que se trata es de que, aunque la sufra el afiliado, que siga contribuyendo a la causa. Una causa que cada vez es menos digna, más injusta y más trapacera. La debacle de los sindicatos es un hecho y en nosotros está acabar con esa pueril borregada del mundo sindical.
Los sindicatos de clase han perdido la memoria, la vergüenza, el saber estar y la dignidad. De ahí que cada vez sea más baja la afiliación. Los trabajadores han dejado de creer en esos clanes de desmemoriados. Recuerden lo que decía John Osborne: «El que tiene mala memoria se ahorra muchos remordimientos».
Son los mamporreros de Zapatero. España esta en verdadero peligro.