El Gobierno Rodríguez trabaja con un desorden impropio de quien dice estar a disposición de los ciudadanos. Podemos comprobarlo en la mayoría de las medidas adoptadas por el Ejecutivo, desde las que favorecieron el ‘efecto llamada’, que fagocitó la carrera política de ‘Chuchi’ Caldera, hasta la prestación de los 2.500 euros por el nacimiento o adopción de un hijo, pasando por inútiles medidas para la vivienda, la dudosa ley de paridad, el aumento del empleo ‘basura’ o empleo ‘Caldera’, la llamada ley de dependencia, la LOE y la ‘roñosa’ reforma fiscal, por citar algunas.
Sobre las medidas que afectan al Ministerio, cuyo titular es el bejarano, aún hay mucha tela que cortar. Inicia las mismas, pero rara vez tienen final feliz. Ahí tenemos la ley de dependencia que ha olvidado a casi millón y medio de ciudadanos, con lo que la dotación económica se queda corta y carga todo el peso en las comunidades autónomas. Solía decir Rosa Valdeón Santiago, quien fuera consejera de Familia e Igualdad de Oportunidades de Juan Vicente Herrera, que si algo detestaba era negociar con ‘Chuchi’ Caldera; pero no porque fuera buen negociador, sino porque sus puntos de vista eran “demasiados vulgares y tenía excesivas lagunas en las normas que elaboraba su propio Ministerio”.
La misma desorganización que se advierte en muchos Ministerios del Gobierno Rodríguez se ha comprobado hace unos días en el debate sobre el estado de la Nación. Para una vez que Rodríguez apoya a la familia, después de tres años – y hay que reconocer que es una medida acertada – lo hace en medio de su propio desconcierto, la incredulidad de sus diputados y el cabreo de Solbes. Las propias familias pudieron comprobarlo al día siguiente, tanto en el Ministerio del bejarano, como en las comunidades autónomas. Nadie tenía información ni sabían a quién redirigir las miles de llamadas recibidas. Y es que fue concertada la sorpresa de la noticia a espaldas de Solbes y ‘Maritere’. Era el resultado de una simple conversación entre el titular de Asuntos Sociales y el presidente Rodríguez.
Una vez más se apreciaba la falta de planificación seria. Se actuaba ‘a salto de mata’, igual que se había hecho en los contactos con el mundo abertzale y en la negociación con la banda asesina. Estamos ante un Gobierno sin credibilidad e indeciso por su falta de proyecto de futuro. Especialmente preparado para el embuste y el ridículo. No hay ningún viento favorable – decía Schopenhauer – para el que no sabe a qué puerto se dirige.