Ensucia el lenguaje convencida de que con su estupidez dialéctica perpetra un acto revolucionario.
Por Eduardo García Serrano / EL CORREO DE ESPAÑA / Con cada una de sus coces a Elio Nebrija, a María Moliner y a Fernando Lázaro Carreter escribe el diccionario que limpia, fija y da esplendor al lenguaje inclusivo de los tontos que creen que el disparate sin género gramatical, expresado ad nauseam con cansinos circunloquios, es la lengua del imperio progre en el que habitan todos los imbéciles que, como Irene Montero, sólo ven pelos púbicos, penes y vaginas en las palabras, violencia machista en los verbos, heteropatriarcado en los adjetivos, dominación masculina en los sustantivos, sometimiento a la tiránica voluntad del varón en la sintáxis, fascismo en la dictadura gramatical, homofobia en la concordancia de género y micromachismo cotidiano en las copulativas y hasta en las disyuntivas que te obligan a elegir, porque la elección nunca es inclusiva siempre es excluyente, claro. O eres tonta o no lo eres.
Cada vez que Irene Montero abre la boca para eructar bellotas queda claro lo que es. No hay disyuntiva posible. Ella solita es la respuesta al “to be or not to be” de Sazatornil: “¿Oiga, joven, usted es tonta porque es comunista, o es comunista porque es tonta”? Sigue leyendo