El sentido de Estado hizo que Rajoy ocultara las amenazas recibidas. A Iglesias le faltó tiempo para salir a las redes e intentar reventar las elecciones del 4-M
Por Jesús Salamanca Alonso / Tras el atentado contra él, José María Aznar pidió serenidad y sentido de la responsabilidad, ante todo. El susto de la víctima debió de ser espantoso, pero su sentido de Estado le hizo pedir esa serenidad a la que aludo; una tranquilidad y equilibrio que él mismo transmitía. Ese fue el primer día de su conquista democrática del poder. A Felipe González y a todo el Gobierno le faltó tiempo para condenar el atentado frustrado e interesarse por Aznar. Nada que ver aquel socialismo democrático con la actual ‘mafia’ déspota, corrupta, creadora de bulos y mentirosa.
Tras Aznar hubo que cargarse de paciencia y tragar sapos terroristas con Rodríguez Zapatero. Este presidente por accidente fue un político para el arrastre, traidor a España, a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, al ejército y a los españoles. Mientras negociaba con Aznar, también lo hacía con ETA a la desesperada. No tardaría la banda asesina en mostrar las actas que hoy tiene medio mundo. Fue, sin duda, el presidente más nefasto y torpe que ha tenido la España democrática hasta que llegó el ‘caso psiquiátrico’ actual, narcisista, plagiador, mentiroso, negado y afín al terrorismo de ETA, al independentismo catalán, al nacionalismo vasco de ‘aprovechateguis’ y al mortífero bolivarianismo del siempre condenado comunismo. Este comunismo no deja de ser un envoltorio de odio, violencia, resentimiento, traición, destrucción y muerte. Tan arcaico que sigue saludando puño en alto, como en las cavernas y en los lares de Pedro Botero. Sigue leyendo