“No habrá multitudes aglomeradas en la espera de su retorno, sólo silencio popular y cacerolada republicana en el Parlamento y en los Medios de Comunicación,…”
Por Eduardo García Serrano / EL CORREO DE ESPAÑA / Pretende volver tal y como se fue, sin grandeza. Quiere granjearse el salvoconducto de los defraudadores con morriña, pagar el diezmo que creyó poder hurtarle a las arcas públicas después de haberse evadido como un furtivo. Yo no sé cuánto hay de cierto en la contabilidad de sus delitos ni en las coplas de su bragueta, pero nadie se presta a una fuga de Patio de Monipodio sin que el oro le queme en la bolsa ni el vodevil le baile en la entrepierna. Nadie, y menos un Rey.
Si regresa, escondido en un escándalo con sordina y agazapado en un silencio sin blasones y sin honor, no lo hará para arrodillarse en Santa Gadea porque en estos predios ya no hay hombres como Rodrigo Díaz ni pueblo como aquél que hiciera exclamar al Infanzón de Vivar: “¡Oh Dios, qué buen vasallo si hubiera buen Señor!”.