Llegaron a centenares, llenando colegios hechos a toda prisa a los que pusieron nombre de poetas o de viejos pedagogos proscritos.
A los profesores de la EGB que, día a día, se van jubilando. Se van.
Recogen sus cosas de la clase en una cartera, apagan la luz y se van. Llegaron en los sesenta. Con sus gafas de pasta, su barba, sus pantalones de pana, sus faldas demasiado largas o demasiado cortas.
Llegaron a centenares, llenando colegios hechos a toda prisa a los que pusieron nombre de poetas o de viejos pedagogos proscritos.
Llegaron con una inmensa sed de aprender a enseñar. Pintaron los muros grises de las escuelas con dibujos infantiles. Querían cambiar el mundo con papel continuo, unos pinceles y unos botes de témpera.
Aprendieron en las escuela de verano a bailar, a tocar el pandero, a hacer pasta de papel o a conocer el nombre de los árboles y de los pájaros.