«Menos mal que el Ministerio de Igual-Da no sirve más que para crear problemas a los demás ministerios”
Irene Montero, “churri” ocasional de Pablo Iglesias y aspirante a ministra de Igual-Da.
Por Jesús Salamanca / Se mire por donde se mire, carece de la formación adecuada para ser ministra. Su único mérito es el tráfico de influencias: ser “churri” de su “churri” y haber cohabitado con él. Nada más. Incluso, en un afán de querer ser lo que no era, falsificó su currículum como que había estudiado en Harvard University. En cierto modo me recuerda a aquella ministra de Igual-Da: Bibiana Aído.
Por otra parte, toda su experiencia laboral es haber trabajado en un supermercado, como cajera: trabajo digno como cualquier otro trabajo, pero no suficiente para saltar de ahí a ministra. No tengo ninguna duda de que se va a estrellar. Menos mal que el Ministerio de Igual-Da no sirve más que para crear problemas a los demás ministerios (eso se le da bien a la machista del “churri”, Iglesias) porque la igualdad está en cada uno, en la educación, en la formación y en el trabajo diario. ¿Van a comparar ustedes el afán de igualdad de las femenistas protestonas de los cientos chiringuitos políticos, de la mal llamada ley de género, con las mujeres que ocupan puestos sociales de relevancia: policías, profesoras, médicos, banqueras, guardias civiles, militares….? Pues eso.
A ello hay que añadir que ha cotizado a la Seguridad Social poco más de tres cuartos de hora. Labia sí tiene, pero bastante ruin con lenguaje viperino: solo lo utiliza para desacreditar a los demás, pero nunca para construir ya que jamás ha hecho nada que merezca la pena para los demás, salvo ser madre.
Voy más allá: como persona deja mucho que desear; ahí tienen las denuncias contra ella por el mal trato, abuso y relación despótica con su conductora habitual (convertid en recadera, súbdita, esclava… Precisamente hoy es el juicio sobre ese maltrato, pues la ha estado tratando como un trapo y a quien “Podemos” intenta chantajear con dinero para que se calle. En fin, se han juntado los “mejorcitos” de cada casa. ¡Manda huevo, qué manada!
