Cuando las pagas extraordinarias se reciben ya están destinadas para algo útil: ropa para los niños; renovación de vestuario de los mayores; gafas; consultas médicas, etc.
Mariano Rajoy, presidente del Gobierno español.
Por Jesús Salamanca Alonso / ¡A buenas horas, mangas verdes! Precisamente cuando Rajoy lo ve perdido todo por la mala cabeza de su ministro de Hacienda y sus deficientes consejeros, pretende volver atrás, después del ingente daño hecho a los funcionarios. Ve que se acercan las elecciones y que se queda sin pan y sin perro. ¿Qué hacer? Muy sencillo: prometer hasta meter y, una vez metido, nada de lo prometido. Ya lo hizo desde 2011 y lo volverá a repetir. ¡Ni caso, caramba!
Ya nos engañó hace cuatro años y no cumplió nada de lo dicho. Ahora no le vamos a creer porque será más de lo mismo. Ningún funcionario olvidará el daño recibido del Gobierno popular en diciembre de 2012: nos quitó la paga extraordinaria, mientras que todos los trabajadores de la empresa privada la recibieron, incluso tuvieron subidas al año siguiente. Precisamente por aquel mal gesto –hecho en nombre de los recortes y de la nefasta situación en la que el PSOE dejó al país – ya nadie cree al presidente Rajoy. Miles de funcionarios se vieron obligados a prescindir de regalos familiares; nos obligó a atarnos el cinturón, como nunca; las cenas de Navidad con los compañeros de trabajo hubo que eliminarlas y, por si no era suficiente, decidimos no gastar en Navidad. Más de una empresa decidió prescindir de sus trabajadores y enviarlos al paro.
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