Verificadores de la estupidez terrorista

ETA insulta a los verificadores, a la ciudadanía española y a la inteligencia.

ETA insulta a los verificadores, a la ciudadanía española y a la inteligencia.

Por Jesús Salamanca Alonso / De todos es sabido que hoy día ETA tiene menos futuro que el PP o el PSOE en los Gobiernos de los próximos años. Pero todavía quedan ignorantes que dan importancia a la banda, con tal de cobrar y cobrar bien, pues ha trascendido que se embolsan alrededor de 600 euros por día. Y todo porque la banda asesina pretende seguir con el protagonismo que tuvo durante los años de las matanzas, las extorsiones, la represión y la colección de zulos. No hay mucha diferencia entre el afán independentista catalán, el mismo afán vasco y el deseo permanente del PNV de ‘viajar’ con la banda, aunque su contradicción sea mayor cada día. 

Hace tiempo que dejé de escribir sobre ETA, porque está finiquitada en cuanto a comandos, y lo ha estado en cuanto a infraestructura. Bien es verdad que, desde que empezó a tocar poder en los ayuntamientos del País Vasco, ha bajado su actividad; hoy controlan  a la población que querían controlar y saben que, cuando cese la falsa tregua, sabrán a quién extorsionar, a quién tirotear y a quién reprimir. Me gustaría equivocarme, pero me temo que no va a ser así. ETA volverá a matar. No hay más que dar tiempo al tiempo y esperar a que pierda el apoyo que ahora tiene entre sus correligionarios. No es un secreto decir que hoy hay dos sectores de ETA enfrentados: los que quieren seguir la vía política y los que quieren seguir matando; este último sector es minoritario, por suerte.

Cada vez son más las cuestiones que hacen gracia. Y digo gracia por aquello de ser educado y cortés. Debería decir que hay cosas que me dan asco de la banda asesina. Ahí tienen la barbaridad de este fin de semana: enseñan las armas, aparecen dos cobardes encapuchados y se bajan los pantalones unos aprovechados verificadores, cuyo objetivo es ‘poner el cazo’. A ello se une que, para colmo y regodeo de los propios etarras, posteriormente recogen el armamento y se lo llevan en dos cajas.

Los propios verificadores saben que tienen menos credibilidad que un concejal en campaña electoral. Esa credibilidad hubiera sido igual de esperpéntica si con ellos hubiera estado Brian Currin, el ‘fantasma’ mediador de otros momentos, capaz de vender una burra coja, juerguista y soltera a más de uno.

Desde mi punto de vista, ETA ha avanzado mucho, pero a su favor. Solo a su favor. El avance desde el otro polo lo han logrado los sucesivos Gobiernos españoles, pero porque la banda ha encontrado otros huecos por los que colarse en la ‘convivencia’ del País Vasco: los consistorios, el parlamento y las diputaciones; eso sí, con la piel de cordero, con los paraguas de Bildu o Sortu y con golosos ingresos mensuales para la banda; unos ingresos que proceden del contribuyente español.

A los ambiciosos políticos españoles y vascos (no menos españoles) solo les queda un camino si algún día quieren recobrar la credibilidad: exigir la rendición incondicional de la banda asesina, la entrega de todo el arsenal, la petición de perdón público y general, así como el cumplimiento íntegro de las penas para todos los asesinos, extorsionadores y colaboradores con banda armada.

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