Cambio brusco en el PP

Jesús Julio Carnero, presidente de la Diputación Provincial de Valladolid.

Jesús Julio Carnero, presidente de la Diputación Provincial de Valladolid.

Los medios de comunicación de Valladolid anuncian a bombo y platillo la fuerte inversión de la Diputación Provincial en la zona rural. Algo había que hacer tras el fiasco tras fiasco que el Gobierno de Rajoy y la Junta de Juan Vicente Herrera estaban cosechando. Y ese “algo” solo podía hacerlo en Valladolid la institución que preside Jesús Julio Carnero. Pero eso no es nuevo: de todos es sabido que la Diputación vallisoletana es una de las que mejor gestiona los recursos materiales, económicos y de personal de todo el Estado.

Esta estrategia forma parte de la intención del Partido Popular de rectificar muchas de sus nefastas políticas, ante el inminente periodo electoral que se avecina. Llega el año 2014 y empieza a ‘lidiar’ el Gobierno con las elecciones al Parlamento Europeo y sigue en 2015 con elecciones autonómicas y municipales para, al año siguiente, elecciones generales. No hay duda que al ritmo actual y con los criterios de recortes existentes, el Partido Popular no aguantaría ni un envite más.

Durante muchos años han pasado desapercibidos, pero tan pronto como han tocado poder se les ha visto el plumero. Todos los errores que ha cometido el PSOE en el poder, los ha repetido el Partido Popular con creces. Eso demuestra que no se puede esputar hacia arriba, porque quien lo hace se arriesga a que le caiga encima.

Sería muy fácil enumerar los desastres cometidos por en todos los niveles de la Administración, aunque se llevan la palma el gobierno central y los autonómicos. Algunos de estos últimos pensaban que iban a “atar galgos con longanizas” y se ha demostrado que son los peores gestores y los más manirrotos. Ayer me ponían un ejemplo varios directores de institutos en el sentido de incidir en que la Junta de Castilla y León gestiona a modo de desastre: lo mismo su Consejería de Educación que la de Hacienda. Y es que, a estas alturas del ejercicio económico, no han librado el 40% del importe de gastos de funcionamiento; lo que quiere decir que los centros educativos de León y de Castilla están en plena “economía de guerra”.

Estar en economía de ese tipo supone no poder encender la calefacción, imposibilidad de renovar los medios informáticos, cerrar WC por no poder mantenerlos (salvo que el alumnado y profesorado carguen con su rollo de papel higiénico en la mochila), acumular decenas de facturas sin poder pagarlas, y un largo etcétera.

Curiosamente, quienes pretendían eliminar las Diputaciones Provinciales, ahora se acogen y encomiendan a ellas. Se han convertido en el flotador de salvación. Es lo de siempre: donde se dijo “digo”, ahora se dice “Diego”. No se dan cuenta que han caído en su propia trampa. La población está harta de mentiras y engaños interesados; saben que en periodo electoral van a ser acosados y ya se han apresurado a regular la imposición de grandes sanciones ante seguros escraches. Ellos han congelado a los demás los sueldos, las jubilaciones, las pagas extras e, incluso,  han dañado la economía del país; ahora no deberán extrañarse si se enfrentan a situaciones en respuesta de ese abuso descontrolado. ¿Y de las instituciones europeas, qué decir? Pues muy sencillo: el despilfarro es su bandera y la mediocridad su himno más completo, aunque siempre hay excepciones a toda regla.

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