La ministra Salgado ha llegado a pedirle al presidente que hable de política lo menos posible. Pero tal vez lo más llamativo es que numerosos diputados del PSOE han rogado a Valeriano Gómez que se abstenga de poner fecha a la creación de empleo y al reflote de la economía. Y no lo han hecho por despecho sino porque viene asomando la oreja desde hace tiempo. Con opiniones como las vertidas por el ministro Valeriano (no confundir con el Valeriano de la canción), se siente insultado el mundo del trabajo y todo el ámbito de la creación de empleo, no solo por la ignorancia que demuestra sino por el desparpajo y la falta de credibilidad que proyecta. Con Valeriano Gómez, no hay duda que si la incompetencia volara, no nos daría el sol.
El tiempo cambia a la gente y, en el caso del ministro, contrastan sus opiniones de moderación salarial en los próximos lustros con la defensa a ultranza que hacía en el Sindicato Vertical Unificado cuando se tomaba en serio la militancia obrera. Ahora se comprueba la falsedad e hipocresía que siempre le achacaron sus correligionarios ugetistas. Qué cerca sentimos a algunos que están muertos –decía Wolf Biermann– y qué muertos nos parecen otros que aún están vivos.
Si algo se le achaca al ministro Valeriano es la falta de razonamiento en temas de calado y sus pronunciamientos de ‘papagayo hormiguero’ en temas secundarios. Perfectamente podríamos achacar al ministro de trabajo cuanto predicó William Henry sobre la importancia de razonar: «Quien no quiere razonar es un fanático; quien no sabe razonar es un tonto y quien no se atreve a razonar es un esclavo».