El apoyo a la investidura de Artur Mas gracias a la pactada abstención del Partido Socialista de Catalunya solo puede interpretarse como el pacto contra el Tribunal Supremo y el Partido Popular. O sea, contra la ley y una vuelta a las andadas con un nuevo “Pacto del Tinell”. Mal empieza el elegido Mas su andadura que debería de centrarse en superar la crisis económica, sanear las cuentas de la Generalitat y deshacer uno a uno los disparates cometidos por el “Tripartit” que ha tenido que soportar la sociedad catalana estos últimos años. Él piensa seguir con el Oasis mientras pueda. Pero no durará más de lo que dure Zapatero en la Moncloa.
Pero ¿qué ha ofrecido CiU a cambio de la investidura? Pueden ser muchas cosas, desde un prosaico compromiso de no mirar debajo de las alfombras de las consejerías que han sido gobernadas por los socialistas a cambio de no hablar de 4% o del Palau de la Música y tantas historia acalladas, hasta limitar el impacto de los recortes presupuestarios que inevitablemente tendrá que hacer la Generalidad. Sin embargo, no sé por qué me da en la nariz que lo tratado ha sido la actitud de CiU en Madrid respecto a Zapatero al que quieren utilizar como solución a sus necesidades de tesorería.
Mas asume el Gobierno autonómico con dos objetivos que entrañan un desafío al Estado de derecho: incumplir la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto y sus derivadas, como las que acaba de publicar el Supremo contra la inmersión lingüística, y lograr un concierto fiscal que ni la ley de financiación autonómica ni la Carta Magna permiten. O sea, la huida hacia monte arriba que ya empezó hace tiempo su ahora socio Montilla.
Mas dice que éste es solo un pacto coyuntural y que pactará con cada partido según convenga pero hay los suficientes indicios para pensar que ya está atrapado para toda la legislatura, salvo que la debacle de Zapatero en Madrid le libere de una servidumbre que ha adquirido a sabiendas. Como bien dice Albert Rivera estamos ante la “Sociovergencia” que no será más de lo mismo que ya había, salvo que dentro de poco cambien algunos de los actores.
El fracaso de los socialistas en las últimas elecciones no ha servido para que Montilla tome nota de las causas de que su reciente debacle electoral fue debido a su nefasta gestión y especialmente por su deriva nacionalista junto a los radicales nacionalistas en contra de su electorado natural y se ha dejado comer el terreno por la minoría radical. Aquí han primado los intereses de los apesebrados que tiene esparcidos por ayuntamientos y todas las administraciones.
Si el Partido Popular sabe jugar sus cartas y no cae en ninguna de las tentaciones que se le van a ir presentando durante los próximos meses, tendrá ocasión de obtener su primer e importante resultado electoral en solitario en Catalunya, ya que con este pacto la necesidad de una regeneración que se va a hacer imprescindible y crecerá exponencialmente a medida que pase el tiempo y CIU se vea frenada por sus socios para poder implantar las reformas imprescindibles.