Celestino Corbacho no solo no levanta entusiasmo sino que es el objetivo más recurrido para el chiste en Cataluña. La única pena es que solo se vaya él del Gobierno de Rodríguez Zapatero. Tal vez la disolución del Gobierno en pleno sería lo más acertado y aplaudido por la ciudadanía en este momento, sobre todo por la gran cantidad de carencias e inutilidad que representa.
Tanto al presidente del peor Gobierno de la democracia como a Celestino Corbacho y demás ministros, así como ‘temporeras’ de cuota, habría que contarles aquello de Fóscolo y es que “la incompetencia, como la sinrazón, pueden apagar una antorcha, pero inmediatamente avivan un incendio”. Y eso es lo que ha hecho el presidente Rodríguez con sus fieles del Gobierno durante estos nefastos casi siete años: generar problemas donde no los había y echar gasolina en problemas que aún mantenían ascuas. No es preciso recordar uno por uno. Ahí está su gestión; una gestión que es la bandera del fracaso, el despilfarro, el acercamiento y negación permanente a la banda terrorista ETA, así como el abandono del sector de la ciudadanía más necesitado: los parados.
Y si a lo citado, unimos la dejadez social del Gobierno a cambio de otorgar subvenciones a programas como “Gays y Lesbianas de Mozambique” o pagar el “mapa del clítoris” que, por cierto, lleva hecho e investigado desde 1923, entonces estamos ante un cuadrante de insensateces, barbaridades, mediocridad y un claro afán de crear la ‘cátedra de la estupidez’; solo falta que tenga dotación económica, cosa que tampoco nos extrañaría.