DIARIO DE BURGOS.- La espantada de Corbacho del Ministerio de Trabajo devuelve a las quinielas al secretario de Estado de la Seguridad Social, cuyo nombre vuelve a sonar para asumir las riendas de un Ministerio que se enfrenta a 4 millones de parados
Granado (Burgos, abril del 59) es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Valladolid. Obtuvo su plaza en la enseñanza pública en el Instituto Félix Rodríguez de la Fuente, ocupación a la que no dudó en regresar cuando el PSOE regional encabezado por Ángel Villalba le arrebató, por aquello de las jerarquías, su escaño de senador en el año 2001.
Es ugetista oficial desde la mayoría de edad e hijo del histórico Esteban Granado, siendo el acta de concejal del Ayuntamiento de Burgos su primera ocupación política. Allí permaneció entre el 81 y el 82 y entre el 83 y el 87, pero donde comenzó a despuntar fue en las Cortes de Castilla y León, donde tuvo escaño en las cinco primeras legislaturas (1983-2003). En ese periodo, y salvo por la mencionada ‘jugada’ de Villalba, compatibilizó la actividad regional con su presencia en el Senado (1983-2001).
En la Cámara Alta se granjeó el respeto de propios y ajenos y se ganó la simpatía de la prensa especializada, que siempre le colocó entre lo mejor del hemiciclo. Ejerció la portavocía de su Partido en las Comisiones de Hacienda, Economía y Presupuestos, adquiriendo amplios conocimientos que le valieron para ser llamado por Zapatero (más correcto sería decir que por el ex ministro Jesús Caldera) para ocupar la Secretaría de Estado, donde continuó tras ser elegido congresista como número uno de la lista del PSOE en el año 2008.
Ha publicado numerosos textos sobre cuestiones educativas y sociales y Olivares (con el que mantiene, al igual que con Escribano, una estrecha relación) confió en él para orquestar la campaña del ‘todo o nada’, en 2003. De su talla humana da buena cuenta la relación que mantiene con sus adversarios políticos. El actual alcalde de Burgos y otrora ministro de Trabajo, Juan Carlos Aparicio, le nombró pregonero de los Sampedros 2010 y no es ningún secreto que entre ambos media un sincero respeto.
Está casado, es padre de dos hijos y rara vez sale a la calle sin pasear en el sobaco sus dos periódicos (lee más) de cabecera: El País y Diario de Burgos. Tiene un verbo muy entrenado que le permitiría sacar el ‘hacha’ a placer, pero no lo hace, prefiere el argumento.
Ahora le toca entrar en una rueda en la que a buen seguro no se sentirá cómodo. Las quinielas, como todo lo azaroso, no van con Granado, que atesora un pensamiento pragmático que le aleja de dioses de madera y le acerca a la realidad de la calle. Esa realidad es ahora muy, muy dura. Quizás su empatía para ponerse en la piel del español raso sea ahora más necesaria que nunca en la silla que todavía calienta Corbacho.