En defensa de la autonomía castellano-leonesa.

Recientemente algún medio se hacía eco de voces contrarias a la Autonomía de Castilla y León. Dichas voces provenientes de sectores leonesistas atacaban los pasos seguidos para la creación de la autonomía marcados por la Constitución. Lo cierto es que la Constitución Española de 1978 reabrió para Castilla y León la puerta de la autonomía, una puerta que cerró la Guerra Civil y la posterior Dictadura. Se abrió un proceso de creación de autonomías en el que las provincias y sus municipios, decidieron su integración, o no, a una entidad territorial superior llamada Comunidad Autónoma.

Así fue el proceso en Castilla y León, Ávila, Burgos, León, Palencia, Salamanca, Soria, Valladolid y Zamora dijeron SI a Castilla y León. El caso de Segovia fue distinto, no se pronunció a tiempo, ni a favor ni en contra, si bien el Ayuntamiento de Cuellar terminó inclinando la balanza del lado de Castilla y León, pero en cualquier caso no se cumplieron los plazos para formalizar el posicionamiento de la provincia a tiempo y por eso se acudió al mecanismo constitucionalmente establecido. En León tampoco hubo mayor discrepancia puesto que León cuando tuvo que pronunciarse lo hizo favorablemente a Castilla y León. Las antiguas provincias de Santander y Logroño (actualmente Cantabria y La Rioja), que llegaron a formar parte del Ente Preautonómico de Castilla y León, decidieron libremente desvincularse del resto de provincias que finalmente formaron Castilla y León. Nada ni nadie impidió que cualquier otra provincia hubiese seguido los pasos cántabros y riojanos.

Algunos leonesistas defienden la autonomía para lo que llaman “Reino de León”, reino bajo el que se fundó la ciudad de Valladolid a manos del conde leonés Pedro Ansúrez, ¿pero hablan del Reino de León que incluía a toda la actual Castilla y León?, porque existió, ¿o hablan del que incluía las provincias de León, Palanca, Salamanca, Valladolid, Zamora y parte de Ávila?, porque también existió, ¿o acaso hacen referencia a una provincia de León independiente?, ¿o bien hacen referencia a un León, Zamora y Salamanca como integrantes de un reino leonés que históricamente jamás ha existido? Es peligroso jugar a reescribir la historia de forma tan caprichosa y arbitraria.

El discurso leonesista se sustenta en dos frentes, el primero se resume en la creencia de que la provincia leonesa fue incluida en la autonomía contra su voluntad. Este primer frente es a todas luces incierto como hemos indicado ya anteriormente, se siguieron los pasos constitucionalmente establecidos y se respetó escrupulosamente la voz de cada castellanoleonés a través de su respectivo ayuntamiento.

El segundo frente del discurso leonesista, creemos que inspirado en aquello de que mejor cabeza de ratón que cola de león, se resume en una sola palabra, “victimismo”, es decir, culpar el centralismo ejercido por Valladolid y la Junta de Castilla y León como fuente de todo mal, agravio e injusticia, si bien según convenga las críticas se quedan en Valladolid o bien se extienden a lo que en alguna ocasión han llamado como “eje castellano de Valladolid, Palencia y Burgos”. Es un hecho por ejemplo el que la provincia leonesa lleve décadas perdiendo población, aquí lo fácil es culpar a otros de nuestros problemas y quedar como los salvadores, pero cuando el problema no está únicamente fuera de León sino también en el propio León este tipo de discursos terminan volviéndose contra uno mismo, recordemos que la UPL está sufriendo una alarmante pérdida de votos a la vez que atraviesa una gravísima situación interna. El problema está en Valladolid, pero no son los vallisoletanos los que eligen los representantes de las restantes 8 provincias, el problema también está en León, en Segovia, en Salamanca, en Zamora, en Burgos, en Soria, en Palencia y en Soria, el problema son los políticos que elegimos en todas y cada una de nuestras nueve provincias que poco o nada hacen por nuestra tierra ni en nuestros respectivos Ayuntamientos, ni en Valladolid como sede de las instituciones autonómicas de gobierno-. Son incapaces de frenar nuestra despoblación, nuestro abandono institucional, nuestra falta de industrias, nuestra insuficiente red de infraestructuras, parecen más preocupados en hacer carrera política y realizar falsas promesas que en luchar por su tierra. Insistimos, lo fácil es culpar a otros de nuestros problemas, fomentar el odio y el enfrentamiento, lo difícil es hacer críticas constructivas, proponer, trabajar, luchar, exigir el cumplimiento de las promesas electorales. Lo más grave es cuando ese odio fomentado por partidos políticos trasciende a otros ámbitos de la sociedad, es bastante triste comprobar como determinados políticos son los primeros en promover el odio, el insulto y el enfrentamiento en otros campos de la sociedad como el deporte.

Volviendo a nuestro Gobierno Autonómico y a la oposición, ¿para qué se van a molestar nuestros políticos en invertir en Soria o en Zamora si apenas van a ganar votos y peso político si nos podemos centrar en León o Valladolid que da mayores rendimientos políticos? Por no hablar de zonas periféricas como Treviño, Posada de Valdeón, Agallas, etc.. Algunos también pensarán que ¿para qué volcarnos en Castilla y León si convienen mucho más volcarse con otras autonomías antes que con Castilla y León? Así es difícil crear y vertebrar Región, nuestro propio Gobierno Autonómico y la oposición son los primeros en desunir a los castellanoleoneses. Unidad Regionalista de Castilla y León aspira a gobernar en Castilla y León y demostrar que hay otra manera de hacer las cosas, que nuestras nueve provincias deben trabajar unidas y de forma coordinada, debemos recuperar nuestro orgullo como región fruto de siglos de historia común y exigir a nuestros políticos que sitúen a Castilla y León, sus provincias, comarcas y municipios donde realmente deben estar, no queremos que Castilla y León sea más que nadie, pero tampoco permitiremos que sea menos.

Albano de Manuel Betegón

Comisión Permanente Unidad Regionalista de Castilla y León

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