Al final se perpetró la versión moderna de la maldición biblica de la Torre de Babel. El PSOE claudicó ayer en el Senado y votó a favor del uso de las lenguas cooficiales (gallego, vasco, catalán y valenciano) en el debate de las mociones del Pleno de la Cámara Alta. Esta propuesta de reforma del Reglamento de la Cámara que inicialmente presentaron 34 senadores de la Entesa, CiU, PNV, BNG y de otras formaciones nacionalistas, es ya una realidad, después de que saliera adelante por 134 votos a favor y 115 en contra, y entrará en vigor en enero de 2011.
A partir de ahora veremos a unos senadores, de los que se estaba dudando de su efectividad, debatiendo cada uno en su idioma y sin entenderse todos aquellos temas que nos afectan y cuando consigan algún acuerdo que valga la pena, ahí estarán los socialistas y nacionalistas en el Congreso para echárselo atrás.
A partir de ahora una legión de traductores que se encargará de traducir aquello que se puede decir perfectamente y entenderse por todos en castellano. El dislate es manifiesto cuando se anticipa ya que las actas de las sesiones solo podrán estar a disposición debidamente traducidas hasta pasados 25 o 30 días. Además este capricho de algunos nos costará más de millón y medio de Euros cada año, más el coste previo de la instalación del sistema de traducción y los pinganillos correspondientes para cada senador.
Vistas las actuaciones de este organismo y su nula efectividad desde su creación, la pregunta es: ¿habría que hacer una reforma total del Senado para que pudiera servir para algo verdaderamente útil para los españoles? o ¿deberiamos de mandar a todos estos senadores a su casa por inútiles?.