Orlando Zapata Tamayo, emprendió una huelga de hambre contra el régimen dictatorial cubano que le llevó a la muerte el pasado día 23 de febrero. Hubo de ser enterrado con nocturnidad, alevosía y por la vía de urgencia, puesto que hasta un funeral digno y público le fue negado por el régimen dictatorial.
Cada vez es más frecuente comprobar cómo la ciudadanía se enfrenta a las dictaduras caribeñas y a la mala calaña y peor catadura moral de sus esperpénticos líderes. Recuerden la horterada que impera en Cuba y no dejen de luchar contra ella. Pero recuerden también la vulgaridad de Gobiernos bananeros que aún se extienden por Venezuela, Nicaragua, Bolivia,… Todos ellos cortados por el mismo patrón y con el mismo objetivo: dominar a la ciudadanía, subyugar voluntades, enriquecimiento de los afines, encarcelamiento del disidente y garrote vil contra el sentido común y el anhelo de libertad.
Por eso, lo que no acabamos de entender es lo sucedido entre el grupo de portavoces de los grupos municipales de la localidad asturiana de Mieres (Roberto PSOE, Payo, IU, José Juan PP), bajo la presidencia del alcalde, García. Tras solicitar el grupo no adscrito de concejales que se guardara un minuto de silencio por el disidente maltratado en Cuba por la dictadura castrista, los portavoces decidieron por unanimidad no guardar ese minuto de silencio por el preso de conciencia cubano asesinado.
Es sorprendente que personas que, supuestamente representan a la ciudadanía y que hacen uso del voto democrático, sean incapaces de condenar las dictaduras, la represión y el atropello de los derechos humanos. Por lo que nos transmite el concejal no adscrito de Mieres, Elías Álvarez, ni siquiera fueron capaces los portavoces de levantar la voz contra los represaliados y «exigir una inmediata puesta en libertad de los más de 200 presos de conciencia que aún mantienen en las cárceles los dictadores cubanos, hermanos Castro».
A veces pensamos que los concejales nos representan y resulta que lo que tenemos cerca son enemigos del pueblo, de la sensatez y de la libertad. Nunca tan pocos habían hecho tanto daño. Se evidencia que, cuando la privación de libertad afecta a otros, muchos ni siquiera se inmutan. Nos gustaría saber qué piensan los representantes de los grupos municipales citados ante el maltrato doméstico, ante el ‘asesinato consentido’ que representa la ministra abortista, Aído, o ante las buenas migas que durante meses hicieron el Gobierno socialista y ETA.
Los concejales que se niegan a abanderar los signos de la libertad parecen proceder del socialismo cavernícola, del ‘comunismo ranero‘ y, lo que es más grave y sorprendente, del sector más vulgar y ‘acomplejado PP-caverna’ que todavía impera en algunos ámbitos asturianos.
Sinceramente, merecen tales concejales que la ciudadanía les corra a gorrazos cuanto antes, a la vez que traza un cordón sanitario contra ellos. Mejor preservarse de los mediocres, antes de que vuelvan a abanderar la estupidez, como en esta ocasión.
La localidad de Mieres debe pagar a tal revoltijo de concejales con moneda de inservibles, apoltronados, desconcertados y dañinos. Y además premiar ‘ipso facto’ a los conocidos como «no adscritos» que en su día plantaron cara a la forma de atropellar al sentido común que llevó a cabo su presidente regional. «No se ha sabido nunca si la vida es lo que se vive o lo que se muere», decía Augusto Roa Bastos. Podemos asegurarles, sin duda de ningún tipo, que los concejales contrarios a la libertad de los presos políticos cubanos viven la vida que se muere. Al tiempo.