Cataluña y País Vasco, a su bola.

Hace años, en 1985, si la memoria no me falla, se creó la Alta Inspección como órgano encargado de que las comunidades autónomas con competencias educativas (hoy las tienen todas) se ciñeran en su normativa al marco de referencia estatal. Pero ni en el País Vasco, ni en Cataluña ha dado resultado. Sí en el resto de comunidades autónomas donde, si exceptuamos pequeños roces, todas adaptan sus desarrollos normativos.

Con el nuevo cambio en el País Vasco hay fundadas esperanzas de reconducir la estupidez por el camino del sentido común; tanto Pachi López como Basagoiti tienen un claro cometido que cumplir. Veremos qués es lo que sucede. En Cataluña, de momento,  se ha perdido toda esperanza y, posiblemente, «haya que reconquistarla de nuevo», como dice mi buen amigo Beltrán.

Es, precisamente, la Alta Inspección de cada comunidad, la encargada de frenar los usos y abusos tanto de contenidos inconstitucionales, como de falsedades y manipulaciones. Actualmente, la figura titular de la Alta Inspección en el País Vasco, así como el delegado del Gobierno, deberían explicar qué sucede en su jurisdicción.

Pero no solo en educación, sino en otros temas de calado como la enseña nacional, la Policía, la Guardia Civil, las comunicaciones y la convivencia, por citar las más relevantes. No olvidemos que el Alto inspector depende de la figura del citado delegado.

Ambos deberían dimitir, pero como la vergüenza es pasajera, al final pasarán a la Historia como meros incompetentes, ‘memos’ puntuales o paranoicos situacionales. Ya saben lo que dice nuestro refranero: «lo que sucede en la calle es imposible que se calle»


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