Solo la torpeza lleva a hacer caso de afirmaciones sin sentido, como son muchas de las que hace Rodríguez y aplauden sus palmeros. Tal vez ahora sea pronto, pero cuando Rodríguez abandoné el poder nos daremos cuenta del tremendo daño que el Gobierno socialista ha hecho a la economía, a la convivencia, a la España de las autonomías y a la igualdad de oportunidades. Nos recuerda, en cierto modo, al topo de Moncloa y visceral oportunista, Fernando Moraleda; hombre de talante, pero del malo.
Sus palabras y sus sindicadas mentiras hace tiempo que coinciden. Solo los más avispados lo advirtieron hace tiempo. Quienes aún votan a piñón fijo, con el carné en la boca y la prebenda en el bolsillo se dejan embaucar y engañar interesadamente. Los demás huyen de sus mentiras y del gafe que representa el presidente del Ejecutivo. Un gafe que extiende sus envenenados tentáculos hasta Israel, criticando la paja en el ojo ajeno y no siendo capaz de ver la viga en el propio.
Como ejemplo de la última idea citada no hay más que recordar las tonterías que ha dicho sobre Israel y su descarado apoyo a Hamas y a la ‘chinche‘ Palestina. ¡Qué más ignorancia del presidente que verse con el pañuelo palestino al cuello sin saber lo que significaba! Así le cubre el pelo, aunque sus pañabras sobre Hamas son simplemente un recuerdo traicionero de la tregua-trampa entre ETA y el Gobierno español. Alguien debería enseñarle a Rodríguez a caminar por la senda de la prudencia, antes de seguir autoridiculizándose.
El presidente Rodríguez aún no ha aprendido que la satisfacción de un momento es la ruina del siguiente, en palabras de H.P. Lovecraft. Pues eso.
Me siento absolutamente avergonzado de este presidente, de quienes le apoyan y de quienes le han votado.
La ruina de este país desde el 11M se ha extendido a lo moral hasta las últimas consecuencias. Terrible.
Eso mismo les pasa a millones y millones de españoles de buena fe. En esos millones no incluyo a los lameculos de la ceja, ni a los negociadores con la banda terrorista ETA, ni a los votantes sociatas, tampoco a los miserables del ‘No a la Guerra’ y menos aún a los del ‘nunca Màis’. Estoy contigo amigo.