ANPE aclara que la violencia no está generalizada, pero un solo caso afecta negativamente al clima de respeto que hasta ese momento exista en el centro.
Una profesión de riesgo. Puede parecer exagerado, pero la realidad es que no son pocos los profesores para los que ir a trabajar se convierte en un auténtico infierno. A diario tienen que lidiar con alumnos conflictivos, que interrumpen continuamente la clase, que se burlan e insultan al profesor y que pueden llegar incluso a la agresión física. Pero no todos los problemas se reducen a la actitud de los alumnos. En ocasiones son los padres los que se enfrentan al profesor con una defensa acérrima del mal comportamiento de sus hijos. Para colmo, algunos docentes tampoco encuentran apoyo en los equipos directivos de sus propios centros ni en la Administración educativa. Y muchos ni siquiera pueden refugiarse en la legislación.
Prueba de esta situación son todos los profesores que solicitan ayuda a través del servicio del Defensor del Profesor de ANPE, que en sus tres años de vida ha registrado cerca de 8.400 casos. Es cierto que esta cifra puede resultar insignificante en relación al número total de profesores que existe en España, pero, aun siendo minoritarios, todos los casos son bastante graves y significativos.
En este sentido, ANPE aclara que “la intención de los resultados del informe no pretende crear alarma social ni hay que generalizarlos”. La coordinadora del Defensor del Profesor, Inmaculada Suárez, asegura que “no son todos los alumnos, padres y profesores los que sufren esta situación, sino que se producen casos en un momento determinado y con unas características determinadas”. Hay que tener también en cuenta que las estadísticas del informe están basadas en casos reales y no en encuestas.
Sin embargo, un solo hecho puntual de estas características sí que influye en la vida del centro. De igual forma, el que en una clase haya un solo niño conflictivo afecta al clima de respeto del resto. Según Inmaculada Suárez, “si una acción queda impune, un problema puntual con un alumno acaba convirtiéndose en algo rutinario con el resto de la clase”.
Es importante apuntar que este tipo de casos relacionados con los alumnos está disminuyendo, pero se están incrementando los conflictos que tienen como protagonistas a los padres. Ante cualquier medida disciplinaria, algunos padres creen ciegamente la versión que les da el hijo, sin contrastarla con la del profesor ni indagar en lo que ha ocurrido.
Según Inmaculada Suárez, “existe una gran desproporción entre las consecuencias de que un padre denuncie a un profesor y viceversa, ya que si un padre denuncia a un profesor, el daño que se le puede causar es gravísimo, se le puede abrir expediente o incluso apartar de la docencia. Sin embargo, cuando el profesor denuncia a un padre, como mucho se le impone una pequeña multa”. “Hace poco hemos tenido un juicio de una agresión a una profesora por parte de una madre, y le pusieron 120 euros de multa”, explica la responsable de ANPE. Con todo, ella reconoce que “algunos jueces sí que lo han considerado como atentado a la autoridad pública”. Prueba de ello lo encontramos en Granada, donde la semana pasada una madre fue condenada a un año de prisión por agredir y amenazar con matar a cuatro profesoras.
Mercedes Coloma, presidenta de la Cofapa, destaca que “somos los padres los auténticos protagonistas de la Educación y los que tenemos la responsabilidad de transmitir a nuestros hijos valores como la tolerancia y el respeto”. El vicepresidente de la Concapa, José Manuel Martínez Vega, considera que “los padres tienen que apoyar al profesorado siempre que ese apoyo sea mutuo y los profesores también respeten la Educación que los padres quieren para sus hijos”. El presidente de la Ceapa, Pedro Rascón, sin embargo no cree que “el estudio de ANPE sea fiable ni se ajuste a la realidad, ya que el número de casos no es significativo”.