Como lo leen. No creo en el presidente Rodríguez Zapatero. Hasta hace unos pocos días pensaba que el presidente del Gobierno era un estúpido integral. Ahora, tras los acontecimientos de los últimos días y la falta de medidas económicas ante la aguda crisis, pienso que además de estúpido es un enfermo atrapado en Moncloa y rodeado de mediocres.
Alguno se preguntará dónde está esa enfermedad del presidente. Pues está en su actual paranoia. Se cree sus propias mentiras, decoradas con atajos mal diseñados y peor explicados. Hemos de confesar que hoy sentimos vergüenza ajena cuando vimos a Rodríguez explicar — como el mal profesor al que aluden muchos de sus ex alumnos — las inyecciones económicas. Garantía de depósitos y fondos con cargo al Tesoro Público.
Mientras estaba hablando, mi instinto me decía que ocultaba algo o no lo sabía explicar. Y lo que ocultaba era ignorancia. Un importante cargamento de ignorancia. Ya ni siquiera los suyos creen sus palabras. Que se lo pregunten a los miles de parados que arroja el balance de este desconcertado Rodríguez. Cogió una economía saneada y la ha convertido en harapos.
Su presencia en televisión anunciando las citadas medidas ha colmado el vaso. La población desconfía de este irreconocible enfermo. Después de los reiterados engaños con ETA, la negociación y la revitalización de la banda asesina, las palabras del presidente no solo son un peligro, sino que hay que jugar a interpretar lo que dice, sabiendo que ni él cree en sus propios compromisos.