La pretensión socialista era exactamente igual que la anhelada por el Partido Nacionalista Vasco. Este último hoy en otra ‘guerra’ porque no se dan las circunstancias de la negociación; pero siempre dispuesto al protagonismo, independientemente de que sus pretensiones favorezcan o perjudiquen a la sociedad vasca. Su principal filosofía, dejándose llevar por su temor a la banda y su amiguismo con ETA, pasa por mantener el poder a toda costa.
De aquel mal llamado “proceso de paz”, pues claramente fue una tregua-trampa para buscar un respiro en la banda y mejorar su infraestructura, ha quedado lo que ETA quería que quedara: nada; excepto rencor y afán por seguir con la lucha armada. Ahí están los recientes atentados perpetrados dentro y fuera del País Vasco. Ni siquiera los contactos personales de los negociadores son de fiar. A Chuchi Eguiguren se la tienen jurada en ETA y una prueba evidente es que, tan pronto como comprobó que fallaban sus contactos con la banda, pidió que le restituyeran la escolta. ¡Valiente mequetrefe!