Viendo las etapas de montaña del Tour de Francia se puede comprobar que proliferan las banderas etarras reclamando el acercamiento de los presos, además de numerosas ikurriñas con la cara de alguno de los asesinos de la banda terrorista. Algo no funciona correctamente cuando las huestes abertzales de ETA campan a sus anchas sin que nadie ponga veto. Dudo que esas actuaciones se hubieran podido llevar a cabo en España, salvo en el reducto de vascongadas. Como es sabido, habitualmente actúan en grupo y ocultos tras la cobardía que caracteriza a ETA.
Desde hace algunas semanas las aguas bajan revueltas por el impacto que ha causado la pronta liberación de Iñaki de Juana Chaos. Veinticinco asesinatos a sus espaldas y va a poder cruzarse por la calle con víctimas de sus acciones criminales. Incluso, podrá discutir con ellas en la comunidad de vecinos y coincidir en el ascensor o en el parque paseando al perrito. Si eso fuera así, algo muy grave sucede en la sociedad y una enfermedad terminal afecta a la Justicia. No por eso vamos a decir lo que tan caro le costó a Pedro Pacheco, ex alcalde de Jerez, por decir la verdad en voz alta; pero nadie nos puede prohibir que lo pensemos.
Aún hay tiempo para rectificar, cambiar lo que haya que cambiar de la ley y coger al toro por los cuernos. No se puede consentir que un asesino del calibre de Iñaki de Juana acabe viviendo en el mismo lugar que quienes sufrieron los latigazos del fascismo vasco y el terrorismo etarra. Lo que es seguro es que si no reacciona la Justicia, lo hará la sociedad civil. Es más, sería una grave irresponsabilidad de la sociedad civil si no fuera capaz de coger las riendas ante una situación así: llámese Foro de Ermua, Asociación de Víctimas del Terrorismo o como quiera llamarse. Y, por favor, no nos digan que es incitar a nada, porque no lo es; digamos que es simple sentido común.
Según la Justicia, el multiasesino ha cumplido su pena y debe abandonar la prisión. Lo que digan las leyes no lo suelen poner en tela de juicio los ciudadanos, pero es evidente que no siempre lo que es legal es también justo. La dignidad de las víctimas no debe ser pisoteada y, tanto el Gobierno como la Justicia, están para salvaguardar esa dignidad. Otra cosa bien distinta es la desconfianza que la sociedad tiene en uno y en otra después de lo que ha llovido y, en concreto, en lo que afecta al terrorismo.
Caerán chuzos de punta antes de que muchos partidos reaccionen. Ahí tienen el silencio del Partido Popular que, como de costumbre, actúa cuando otros le abrimos brechas y damos ideas. Hasta el momento tan solo han reaccionado Bermejo — ¡sí, sí, Fernández Bermejo, el ministro de Justicia! – y Rosa Díez. Esta última con toda su artillería y sentido común: como representante de UPyD ha planteado que se estudie la posibilidad de embargar la vivienda de San Sebastián, donde Iñaki de Juana pretende vivir, con el fin de hacer frente a las indemnizaciones económicas que adeuda a sus víctimas.
Carlos Martínez Gorriarán, miembro del Consejo de Dirección de UPyD, cree que es difícil impedir que el etarra viva en el inmueble donde vivió su madre hasta su fallecimiento, porque las leyes españolas son una «chapuza». No sé si se puede hablar más alto, pero más claro parece imposible. Y además dice lo que pensamos la mayoría, aunque no sé si también piensan así en el PP donde, por cierto, aún permanecen escondidos haciendo acopio de ideas para cuando llegue el momento de su intervención.
Apenas ha manifestado Rosa Díez su postura sobre la situación que crearía De Juana Chaos y ya ha aportado infinidad de ideas para que sean tenidas en cuenta en la nueva Ley de Víctimas. Y esa ley, entre otros contenidos, debe contemplar inexcusablemente la posibilidad de proteger a las víctimas de que los asesinos de ETA vivan en sus inmediaciones.
Y si no se legisla en ese sentido, el Gobierno tendrá problemas, porque no faltarán quienes pretendan dar buena cuenta del mulsiasesino. ¿O cree el Gobierno que De Juana va a poder salir a la calle sin escolta? Ni en sus mejores sueños debe pensarlo. Nos ha costado dinero mantenerle preso y nos seguirá costando mantenerle fuera de la cárcel. No tardando, el presidente Rodríguez podrá comprobar que ni De Juana Chaos, ni Otegi, son ‘hombres de paz’, como absurdamente dijo en su día.
Iñaki de Juana Chaos, a primeros de agosto, y Arnaldo Otegi poco después, salen con las espaldas cubiertas por el Estado y serán de los pocos a quienes no afecte la crisis. Y si les afectara, para eso están las huchas de los comercios y tabernas abertzales, cuya recaudación hacen puntualmente “Etxerat” y ‘Askatasuna’.
Y si tantos pensamos lo mismo…¿por qué la ley no cambia? Solo que da ya pensar mal… y acertar.