Hace tiempo que dejó de engañarnos el ministro, Jesús Caldera. Quienes le conocemos desde hace tantos años, sabemos que el recorrido que puede abarcar es corto. Y no nos hemos equivocado. Después de la vulgar tontería de invertir en Bolsa la hucha de las pensiones, le hemos escuchado infinidad de ellas, además de comprobar que sigue escondiéndose cuando surgen problemas. Esto último es su “sino” y le acompañará por allí donde vaya.
No hace mucho escuché un debate entre Jesús Caldera y una de las personas de confianza de Mariano Rajoy. Me refiero a Ana Pastor, verdadera conocedora de la Administración en todas sus formas y variables. Mientras Caldera pretendía dar a entender que la legislatura había sido pródiga en avances sociales, Ana Pastor le recordó que, por mucho que se empeñe, “no ha sido la legislatura de los avances sociales”.
Y tiene razón doña Ana Pastor. Un dato: véase el esperpento de planificación de la inmigración. Y digo esperpento, porque no había nada programado ni pensado ni establecido; son los gajes de haber llegado al Gobierno sin esperarlo y de haber redactado un programa para estar en la oposición, en vez de asumir responsabilidades de Gobierno. No se equivoca Luís María Ansón cada vez que repite lo de “presidente por accidente”.
Dependencia, violencia de género e igualdad han sido tres leyes que han supuesto un abanico para el Gobierno y un problema para las comunidades autónomas. Y no hablemos del lastre social que acarreará la ley de Memoria ‘Histérica’, verdadera afrenta a la ciudadanía en varios de sus artículos. Bueno, con decir que hasta Izquierda ‘Hundida’ la ve sospechosa… está todo dicho.
En el plano social se advierten numerosas deficiencias que el Partido Socialista en el Gobierno no ha sabido paliar. Lo de resolver problemas no es cosa socialista; es más propio de este tipo de siniestra crear problemas allí no existían. Para muestra muchos botones: educación, justicia, medio ambiente, fomento, vivienda, política exterior…
En este momento no se conoce el programa del Partido Popular en temas sociales; pero Ana Pastor ha dicho que su partido tiene un proyecto ambicioso al respecto. No me cabe duda que el PP piense en un Ministerio de Familia y Bienestar Social, para el que han planificado numerosos programas en beneficio de la juventud y de la tercera edad.
¿Por qué no me extrañan las palabras de Ana Pastor? Pues sencilla es la explicación: en el plano social y de familia, el programa lo ha planificado la «Joya de la Corona» de Castilla y León; es decir, Rosa Valdeón Santiago, actual alcaldesa de Zamora y ex consejera de Familia e Igualdad de Oportunidades en la Junta de Castilla y León, donde cosechó un éxito sin precedentes. Uno no tiene inconveniente en hacer una apuesta arriesgada: Rosa Valdeón dejará la alcaldía de Zamora para hacerse cargo del futuro Ministerio de Familia y Bienestar Social, si gana las elecciones el Partido Popular. Mariano Rajoy no va sobrado. Y menos aún, después de sus insultos al pueblo de Madrid en la persona de Alberto Ruiz-Gallardón. Necesita a Rosa Valdeón. Al tiempo.
Rosa Valdeón acabó ‘aterrizando’ en la ciudad de Zamora, como resultado de las envidias de otras consejeras de Juan Vicente que han demostrado incompetencia a borbotones. ¿Más claro? Fue ‘exiliada’ a Zamora por competente, eficaz y eficiente. Ahí están las lágrimas de Juan Vicente Herrera. No nos extraña que el presidente de la Junta de Castilla y León incida a veces en la idea que hizo famosa Manuel Azaña: “Rodeado de imbéciles, gobierne usted si puede”.
Valdeón Santiago es una auténtica experta en temas sociales. Unos temas que requieren de políticas transversales y dineros bien empleados; es decir, lo contrario de lo que ha hecho el actual ministro, Jesús Caldera, cuyo mérito ha sido colaborar con el presidente Rodríguez en gastar los ahorros que dejó el Gobierno de Aznar.
Un Gobierno como el actual cada vez engaña a menos ciudadanos. Rara vez el socialismo afronta la problemática de los trabajadores: casi siempre acaba poniendo ‘banderillas negras’ a las clases más necesitadas y acercándose a las clases acomodadas, donde encuentran cobijo y trampolín para nuevas aventuras. Bien claro lo ha explicado Manuel Pizarro: la aguda crisis a la que nos ha llevado el Gobierno es el impuesto que tendrá que pagar la clase trabajadora.