El video que ha sacado el PP es una decepción. Los propios militantes están de uñas contra Mariano Rajoy. Hasta los diputados y senadores están cabreados; aunque es un cabreo silencioso para no perder el puesto en las próximas listas electorales. La guerra interna ha estallado en el partido.
Ayer en Valladolid me aseguraban dos directores generales de la Junta de Castilla y León que el ambiente se ha hecho irrespirable en algunas Consejerías. A ello hay que añadir la gran chapuza de Julián Lanzarote con la subida de impuestos; por cierto, una subida que no se ha atrevido a sujetar ante la fuerte presión ciudadana y las cinco llamadas de Génova para que deje de “hacer tonterías en vísperas electorales”. Si a ello añadimos el permanente escaqueo de concejales y asesores que merodean en los aledaños del Partido Popular, pues es fácil concluir que podemos adelantar el destino del partido de Rajoy tras los próximos comicios: la oposición. Más oposición, con menos fuerza, menos iniciativa e incremento de la dosis de pataleo entre sus fieles.
En varias comunidades autónomas se les ha ido el partido de las manos. Juan Vicente Herrera hace tiempo que no puede controlar las ‘licencias’ de buena parte de su gente; aunque actúa como el matrimonio mal avenido: se silencia y se tapa lo que sea preciso. Cada vez son más las voces internas que claman contra Herrera y Mariano Rajoy. Detrás de ese clamor se esconde una petición firme: la urgente sustitución de Mariano Rajoy.
Con Rajoy, actual líder popular, el presidente Rodríguez puede estar tranquilo. Muy tranquilo. Tan tranquilo como lo está desde hace años Juan Vicente Herrera en León y en Castilla respecto a la oposición. Sí, como suena, al no haber un líder en la oposición socialista el apoltronamiento se ha apoderado de quienes no son capaces de abordar el rebrote del topillo en varias provincias e impedir el cierre de LEAR en Ávila. Mientras muchos de nuestros representantes dedican horas y horas a la vida contemplativa, Castilla y León cierra puertas cada día; pero puertas que difícilmente podrá volver a abrir.