Otra vez los topillos

rosavaldeon1.jpg La solución clemente1.jpg El problema

El campo castellano y leonés vuelve a estar preocupado. La consejera de Agricultura, Silvia Clemente, se ha adelantado a los acontecimientos y ha declarado hace días que los roedores estaban desapareciendo. Tanto mérito ha querido alcanzar que se le ha quedado sin gozo. Resulta que la Junta de Castilla y León nos estaba engañando: no solo no han desaparecido los ratones, topillos o topirratones, sino que han surgido nuevos brotes en distintos puntos de la comunidad. Siempre, sobre todo en vísperas de elecciones, juegan con el electorado y le toman por analfabeto, particularmente en Castilla y León.

Ya no caben excusas. Solo los afines siguen callados, de la misma forma que Juan Vicente se esconde tan pronto como surgen problemas. Cada vez más se parece a Ignacio Astarloa que se esconde tras el primero que pasa por delante, como si no quisiera perder su escaño. Ahora que la ineptitud de la Junta ha llevado a un importante repunte hay que esperar para conocer la reacción de la consejera, su posible desmentido y sus disculpas a los agricultores; aunque viendo lo que Castilla y León importa a la señora Clemente Municio es fácil suponer que ni disculpas ni gaitas marineras.

Oír decir a los agricultores que dos millones de hectáreas sufren la plaga de topillos y ratones es muy duro, a la vez que debe poner en guardia a los ayuntamientos y diputaciones ante la dejadez de la política agraria de la Junta y el fracaso de todas sus medidas.

Del mismo modo que el secretario general de UPA en Castilla y León se pregunta por los resultados que no ofrece la política agraria de la Junta, los ciudadanos nos preguntamos por el tiempo que se ha desaprovechado y las medidas que no han funcionado. Lo del técnico alemán ha quedado para los chistes de otoño; máxime desde que dijo que no conocía la esencia del problema que se le había mostrado. Tampoco sabemos nada del comité científico ni del observatorio que Juan Vicente Herrera ofrece ante cualquier problema, lo que demuestra su falta de iniciativa, su nula frescura y su aturdimiento ante la falta de una oposición seria y rigurosa. Tan solo es capaz de engañar ya a los empresarios; pero es porque apenas quedan y les conviene admitir el engaño. Ayer comentaba un importante empresario castellano-leonés que “para lo que nos queda en este convento, lo mismo nos da estar fuera que dentro”.

Comprobamos que ni las quemas de rastrojos ni los tratamientos químicos han dado resultado. Salgan a la carretera y vean cómo están llenas de roedores. Los resultados solo han sido tales de cara a la televisión y a la prensa. Pero los verdaderos sufridores parecen estar hartos de soportar mentiras y más mentiras. Todo tiene un límite y el campo empieza a rebelarse contra las nefastas medidas de la política agraria en Castilla y León. Estamos ante un fraude de la Consejería de Agricultura. Estamos ante un engaño más alumbrado por la incompetencia de una consejera que desconoce el campo, sus problemas, sus virtudes, sus perspectivas y su futuro. Entre los casos de tularemia en la comunidad y el fracaso de resultados de las medidas de la Consejería, nadie entiende la inexistencia de demandas contra la Junta.

En Castilla y León el campo sufre; los jóvenes se van cada día en mayor cantidad; la universidad merma sus efectivos; el paro crece; juegan con las cifras de todo lo que no sea positivo; torpedean decenas de aspectos del sistema educativo. Solo se quedan los topillos y los ratones ‘felices’ en el campo. Castilla cierra su futuro a pasos agigantados y León mantiene su desconcierto inicial.

 

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