“Estamos de ratones hasta los cojones”, gritaban los agricultores leoneses y castellanos a las puertas de la Junta de Castilla y León, hartos de que la consejera de Agricultura y Ganadería retrasara medidas que son urgentes y llegan con diez meses de retraso. Por si las autoridades no se quedaban con el soniquete de los ratones y de los atributos, los perjudicados también se dirigían contra Juan Vicente Herrera al grito de “Herrera, listillo, acaba con el topillo”. Eran dos formas de decir a los políticos regionales que los expertos de la Junta han fracasado en el tiempo, en las formas y en los objetivos. Ya no hay duda: la experiencia nos dice que los verdaderos conocedores — y por tanto los auténticos expertos — son los propios agricultores.
“Que busquen soluciones hoy, porque mañana ya será tarde”, decía hace unos días el presidente regional de ASAJA. La plaga de topillos en Castilla y en León está sacando a la luz la lentitud e ineficacia de la Administración regional. Desde noviembre de 2006 la Junta casi se ha limitado a la vida contemplativa en este asunto. Ni la advertencia de los expertos ni las propuestas de los agricultores se han tenido en cuenta hasta que el agua ha llegado al cuello. Bien es verdad que para los políticos había una razón de mucho peso: las elecciones autonómicas. Llegado ese momento, desde hace mucho tiempo comprobamos que al presidente, consejeros y asesores no les interesa otra cuestión que no sea garantizarse cuatro años más. Lo demás son meros asuntos añadidos que solo alcanzan la categoría de problema una vez que se ocupa el sillón.
En este momento es de auténtica vergüenza circular o pasear por muchas vías y caminos de Castilla y de León y comprobar que están llenas de topillos muertos: aplastados o envenenados. Sin que falten las desagradables sorpresas de los roedores que cruzan a la carrera, entre las piernas de los viandantes. Si a ello añadimos que, en muchos pueblos, ‘la caza del topillo’ se ha convertido en el juego del verano para los niños, pues resulta que algo importante ha fallado en la toma de decisiones de quien debería de haberlas adoptado hace tiempo. Así es Castilla y así es León: las decisiones llegan tarde, cuando llegan; lo mismo sucede con las infraestructuras, las ayudas de todo tipo, los incentivos a la localización de empresas, la creación de empleo, las ayudas agrarias, la formación profesional,….
Pero sigamos con el ‘deporte infantil del verano’; es decir, la caza del topillo. El alcalde de Villalar de los Comuneros, que a la vez es el portavoz de la plataforma de municipios afectados por la plaga está haciendo más contra la misma que toda la Junta de Castilla y León al completo. Está dando soluciones, movilizando a los municipios afectados, razonando sus propuestas y, a la vez, recogiendo topillos en su municipio. No se cansa de pedir reuniones de urgencia con Silvia Clemente. No pide para él. Solo pide que se permita implicarse más a los propios agricultores en el problema, sabedor de que en la consejería no suelen acertar, ni siquiera cuando rectifican.
Por otro lado, el portavoz de la plataforma ha exigido que sean “las juntas agropecuarias locales, junto con los ayuntamientos, quienes decidan cuándo y cómo se tiene que realizar la quema de rastrojos, que llevan haciéndose toda la vida”. Lo que no se puede entender es que la propia Junta obstaculice a quienes conocen el problema y tienen los medios para solucionarlo. ¿Es que en la Consejería de Agricultura y Ganadería existe algún interés por perpetuar el problema de los roedores? Si ya es una ridiculez pensarlo, mayor lo es comprobar que la solución se aplaza en el tiempo; sobre todo, si tenemos en cuenta la capacidad reproductiva del topillo.
Día a día comprobamos la torpeza de la consejera a la hora de abordar el problema. Como bien apunta el portavoz de la plataforma, la consejera “no puede decir cuándo se puede quemar los rastrojos, porque lo único que está haciendo así es aprovecharse para no hacerlo nunca”, con el argumento de las condiciones climáticas. Hay un dato muy importante: es suficiente con que la Junta facilite la presencia de bomberos y equipos de extinción. Los expertos son los propios agricultores. Ya está bien de que la propia Junta trabaje contra Castilla y contra León y, por favor, que no cometa el error de irse de vacaciones el presidente Herrera, mientras no consigan extinguir el problema de salud que supone la plaga de roedores que, por cierto, empieza a llegar a algunas ciudades y a extenderse por las comunidades limítrofes.