Dos provincias son el paradigma del olvido en la comunidad de Castilla y León: Zamora y Soria. “Hay quienes pasan por el bosque y no ven leña para el fuego”, reza un conocido proverbio. Eso mismo sucede desde hace años a los Gobiernos del Partido Popular respecto a Castilla y León. Y es lo que sigue sucediéndole al actual Gobierno de Juan Vicente Herrera. Recorren las provincias, miran y no ven; aunque no solo debemos achacar el olvido a los ‘populares’, también el presidente Rodríguez ha olvidado su compromiso del Plan del Oeste.
Ya son muchos años hablando de lo mismo. Cuentan las malas lenguas que, durante uno de los Gobiernos socialistas de Felipe González, al pasar por tierras sorianas, y haciendo un chiste de mal gusto, el presidente mandó acelerar al conductor del coche oficial con la disculpa de que se debía mucho a esa tierra castellana. Pues también con Zamora existe una deuda de envergadura. El presidente Herrera, en su discurso a los nuevos consejeros, tiene la ocasión de comprobar si su principal reto se cumple: aumentar el nivel de calidad de vida.
Vienen a cuento los párrafos anteriores porque, como de costumbre, ha de ser el forastero quien diga lo que sucede, lo que no se ha hecho y lo que hay que hacer. El cantautor José Antonio Labordeta, portavoz en el Congreso de la Chunta Aragonesista, ha reprochado al presidente Rodríguez “el olvido y desolación” en que están inmersas numerosas provincias españolas como la zamorana. Si las verdades duelen cuando las escuchas en casa, más dolorosas son aún si te las recuerdan desde casa ajena.
Ha sido la única alusión a Zamora en el reciente debate sobre el estado de la nación, y lo penoso es que haya sido en negativo. Tal recordatorio forma parte del olvidado “reequilibrio territorial” al que se comprometió el Gobierno Rodríguez. Un reequilibrio que debe extenderse a otras zonas de España y que no han sido olvidadas por Labordeta: hablamos de Ribagorda, el Maestrazgo, Teruel y, por supuesto, Soria y León.
Quienes tuvimos la suerte de poder seguir a Labordeta por los caminos de Castilla y de León, sabemos que no ha hablado en el Congreso para rellenar el hueco de rigor, sino haciéndose eco de un conocimiento preciso de la situación. El mismo conocimiento que ya demostró en el programa televisivo “Un país en la mochila”. Y como no faltan políticos que chupan rueda, porque carecen de iniciativa y perspectiva, pronto se han subido al carro, acostumbrados a buscar sombra, cobijo y foto. Ante tal descaro no merecen cita ni comentario.
En León y en Castilla casi siempre se llega tarde a todas partes, empezando por la creación de empleo fijo y de calidad, siguiendo por la adaptación de la formación profesional a la realidad de la demanda y terminando por la inversión en infraestructuras como sustentante del futuro. No decimos que no se haga, sino que constatamos que los Gobiernos central y regional llegan tarde y desfondados. Herrera ha dicho a sus consejeros que “escuchen y trabajen por todos los ciudadanos…”, como tantas veces lo ha hecho, pero sus palabras no encuentran el eco que precisan.
De poco sirve que se pida transparencia, diálogo, apertura, cercanía con los ciudadanos, si dentro de unos meses tiene que recordar el abandono otro ínclito Labordeta. Pero no son solo Zamora, León y Soria quienes ‘lloran’. Castilla y León entera sufren cuando comprueban que sus universidades exportan miles de jóvenes a otras comunidades autónomas ante el abandono de inversión propia, falta de perspectivas y huecas palabras. La comunidad precisa ‘Labordetas’ que sean altavoz del abandono y de la insuficiente inversión, para que los responsables regionales aprendan a reaccionar, a trabajar con rigor y a mirar con ilusión al futuro.
Y si, a pesar de solicitar que la alta velocidad llegue a todas capitales de provincia de Castilla y León antes del 2012, los plazos establecidos siguen inamovibles, otra vez llegaremos tarde. El proverbio del inicio volverá a ser realidad.