Jesús Salamanca León, sin Castilla
Cada vez es más frecuente escuchar el viejo dicho de “métete en tus cosas y deja las de los demás”. Un equivalente es aquello de “barre tu casa y deja que el vecino barra la suya”. Eso mismo es lo que deberían hacer, respecto a los temas leoneses, el presidente, Juan Vicente, y su todavía lugarteniente, Fernández Mañueco. La cuestión clave en el cruce dialéctico ha sido el acuerdo entre PSOE y UPL para que ocupe la alcaldía de León el socialista Francisco Fernández.
Con la cuestión leonesa se están sacando las cosas de quicio. Las opiniones se han recrudecido y lo único que están consiguiendo es crispar más el ambiente. Juan Vicente Herrera, presidente del Partido Popular en Castilla y León, considera que es grave el cuestionamiento del actual mapa de la comunidad. Por ello, no se ha conformado con pedir explicaciones al principal partido de la oposición, sino que “exige que se defina si está a favor o en contra de la alianza leonesista que se ha plasmado en la capital leonesa”.
Sabe el presidente que existe un fuerte malestar por lo sucedido entre los propios socialistas. Prueba de ello es que militantes de prestigio no entienden el ‘ramalazo’ del PSOE para con la UPL. Tomás Rodríguez Bolaños y Demetrio Madrid han levantado la voz y, sin duda, no son ni serán los únicos en mostrar su contrariedad; máxime, cuando hace apenas un par de meses se aprobó el Estatuto de Castilla y León, con el consenso de todos los grupos políticos y todos los sectores sociales. Un Estatuto al que, incluso, alabó el presidente Rodríguez, a la vez que le otorgó todo tipo de bendiciones. El citado apoyo del presidente fue por propia iniciativa y a la totalidad del Estatuto.
El PSOE debería dar una explicación, antes de que aumente la crispación. No es de recibo que comience una nueva legislatura con bronca permanente y confusión añadida. Las comunidades autónomas no deben ser copia del caos y desorientación que ‘alumbra’ al Gobierno Rodríguez.
La intervención de Herrera pidiendo explicaciones hay que verla como un intento de encontrar luz entre la confusión y los públicos enfrentamientos socialistas en la comunidad, como la llamada al orden del secretario general, Ángel Villalba, al presidente del PSOE en Castilla y León, el ínclito y admirado Tomás Rodríguez Bolaños.
El presidente del Gobierno central está obligado a dar una explicación, aunque sea por simple ética política. El señor Villalba, jefe de la oposición, también debe hacerlo para evitar el actual confusionismo y la idea de desunión en las filas socialistas. Por otra parte, no estaría de más que si el PSOE apoya todas las pretensiones leonesistas, presentara una nueva propuesta en las Cortes y en el Congreso, con el fin de que se retire el texto consensuado del referido Estatuto, al que los socialistas otorgaron su apoyo.
Lo comprometido entre UPL y PSOE no parece que sea compatible con el Estatuto en trámite, de ahí que no deba demorarse la clarificación de posturas por el bien de la convivencia y las perspectivas de futuro. Otra cuestión bien distinta es que cada vez sean más los castellanos y leoneses que anhelan la urgente existencia de dos comunidades autónomas. Posiblemente, cada vez tenga menos sentido mantener unidas a León y a Castilla. Dos no pueden trabajar juntos cuando no se entienden, la unión es artificial y, además, sus intereses son dispares. No hay motivo para dejar de pensar en el futuro. Al igual que a Thomas Jefferson, a la mayoría nos gustan más los sueños del futuro que la Historia del pasado.