No es de extrañar que el presidente del Partido Popular de Castilla y León esté preocupado por los derroteros que empieza a tomar la comunidad en la que seguirá siendo presidente, al menos durante los próximos cuatro años. No hay duda que su partido ha perdido poder político en las grandes ciudades, aunque lo haya compensado en poblaciones menores.
El partido gobernante en la comunidad ha perdido las alcaldías de Soria y León. No ha sido capaz de desbancar al PSOE del gobierno municipal en Palencia y Segovia. Y en Zamora, la alcaldía queda prendida con alfileres, donde Rosa Valdeón Santiago gobernará en minoría, siempre pendiente de los caprichos de ‘niño consentido’ de ADEIZA o, simplemente, de que se le crucen ocasionalmente los cables.
En la ciudad zamorana no es de recibo la actitud de ADEIZA, quien llegó a decir que ‘Pepiño’ Blanco había prometido firmar el compromiso, con lo que “habría un tripartito con PSOE e IU”. Ni la formación zamorana sabía de qué hablaba, ni ADEIZA quería ni tenía interés en la alcaldía zamorana y dudo que el bachiller ‘Pepiño’ Blanco supiera dónde está Zamora. Es sospechosa y reprochable la actitud de ADEIZA que ha hecho “pasar las de Caín” a todos, pecando de pardillo, jugando con los intereses de Zamora y recordándonos al perro del hortelano.
A la vista de todos los resultados en las ciudades de León y de Castilla, Zamora y la actual situación de la capital leonesa centran todo el interés político en lo que a la constitución de los Consistorios se refiere. León y Zamora son los dos grandes suspensos de Juan Vicente Herrera, mientras que la claridad de resultados pro-PP en Ávila, Burgos, Salamanca y Valladolid hace que estas cuatro provincias pasen a un segundo plano de interés ciudadano.
En Zamora apenas se entiende la situación que se ha dado. La actual alcaldesa fue ‘desterrada a su tierra’, procedente del Ejecutivo regional. Calificada por los analistas como “La Joya de la Corona” del Gobierno Herrera, incomprensiblemente le asignó el presidente un destino poco grato para los próximos cuatro años. De nada sirvieron los consejos de sus cercanos, los artículos en defensa de su capacidad de trabajo, la puesta en marcha de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades y la gestión de Valdeón Santiago. Juan Vicente Herrera parecía tenerlo decidido y se imponía la defensa de otro personaje – en este caso “personaja”, como diría la ministra Carmen Calvo –, también eficaz en la gestión, pero agarrotada ante la fuerte crisis del partido en su tierra segoviana.
Tremendo error del presidente Herrera Campo que, sin importarle el sufrimiento personal y político de Rosa Valdeón, no ha resuelto los problemas del Partido Popular zamorano, aunque sí ha agudizado los del partido en Segovia. Le ha sucedido lo que al avicultor que según va cogiendo pollos nuevos, se le escapan los que tenía entre sus brazos.
Y si Zamora es la asignatura que a Juan Vicente le queda para septiembre, León será la asignatura que lleve pendiente durante varios años; aunque es de suponer que acabe aprobándola, sobre todo si quien será nuevo alcalde leonés se empeña en poner burdos y absurdos ejemplos como comparar lo que llama la futura autonomía leonesa con la caída del muro de Berlín: “Quién les iba a decir en Alemania que el muro de Berlín se iba a tirar”. Pensamientos tan poco consistentes como éste ponen en evidencia el seguimiento histórico del dirigente socialista y nuevo alcalde de León, Francisco Fernández, ha hecho de la Historia Contemporánea. Parece ser que solo él estaba convencido de que esa situación no podía cambiar.
Ahora la cuestión leonesa está en que se aclaren entre ellos mismos. Tanto UPL como PSOE cuestionan el mapa autonómico. Los primeros ya lo hicieron dentro de su coherencia. Pero los segundos siguen dando palos de ciego o saltando inexistentes regatos, además de ser el vivo ejemplo del ejército de Doroteo Arango; defienden cuestiones contradictorias, según sean planteadas en León, en el nivel autonómico o en el nacional. Siguen el ejemplo del presidente Rodríguez, del súbdito Pérez Rubalcaba, del incendiario ‘Pepiño’ y del aventador López Garrido. No es de extrañar que Juan Vicente Herrera pida seriedad a los socialistas, que cada vez se parecen más a la gata ‘Flora’: si la follan, grita, y si no la follan, llora.