Cuando el presidente Rodríguez analice la situación, comprobará que estamos peor que hace tres años y que hace tres días. Observará que ETA se ha enriquecido y fortalecido. Verá que los ediles vascos deberán aguantar en las instituciones los improperios y amenazas de los violentos. ETA se financiará con cargo al erario público, a la vez que seguirá extorsionando a empresarios vascos y burgaleses. El Estado de Derecho está más debilitado que nunca. La banda asesina se ha rearmado y formado a sus miembros, muchos de ellos procedentes de la Kale Borroka.
Hace tiempo que dejó de ofrecer dudas el Gobierno a la ciudadanía. Se evidencia que la política antiterrorista de Rodríguez ha sido un guiño estúpido a la banda y un sopapo al ciudadano de bien; al ciudadano que trabaja y paga sus impuestos y/o su hipoteca; al ciudadano que sujeta las bases del Estado de Derecho; al ciudadano que se ha hartado de escuchar palabras vacías y con ambiguo significado, además de muchas otras pérdidas en el día a día; entre otras, un buen margen de libertad y de solidaridad ciudadana.
Las malas políticas conducen a la situación en que nos encontramos y a lo que presenciaremos en los próximos días. El presidente Rodríguez creía haber encontrado la piedra filosofal, pero parece haber tropezado con otra bien distinta. Por lo visto nunca le hablaron de la filosofía de Gabriel García Márquez; éste solía decir que lo más importante que aprendió a hacer después de los cuarenta años fue a decir no cuando es no.
La colaboración con banda armada no puede quedar impune. El Parlamento autorizó al Gobierno Rodríguez a “tomar la temperatura a ETA”, pero en ningún momento a hacer lo que ha hecho y, mucho menos, a negociar con la banda y a humillar a las víctimas. El ministro Pérez Rubalcaba dijo, cuando estaba en la oposición, que “ETA nunca miente”, aunque últimamente le conviene retorcer los conceptos y las expresiones. Ha tenido que ser el injustamente tratado, ex ministro de Felipe González y del principal Gobierno que manejó y gestionó en España la época ominosa de la corrupción, don José Barrionuevo, quien ponga la nota de cordura: “Zapatero ha confiado en un milagro”. ETA y solo ETA es el objetivo a exterminar con los medios que proporciona el Estado de Derecho.
El Gobierno Rodríguez ha sido engañado desde el principio del mal llamado ‘proceso de paz’ o ‘proceso Rodríguez’. La banda ha tomado al Gobierno como una baza para sus fines o un banzo para tomar impulso. Y buena parte de culpa la ha tenido el presunto asesor de Rodríguez y desconocedor del terrorismo urbano y moderno, Jesús Eguiguren, maltratador de género y ocasional negociador donde no debía. Dicho asesor debería saber que el hijo de Josu Ternera está protegido y perseguido por el sector duro de la banda. Sospecho que Eguiguren sabe de sus múltiples errores en el ‘proceso Rodríguez’, de ahí su intención de abandonar la política y regresar a sus labores. Ha llegado a confundir a ETA con el vetusto terrorismo tupamaro.
La ciudadanía está obligada a apoyar al Gobierno para la desaparición de ETA, pero no a asumir la tregua-trampa con la que la banda ha ninguneado al Gobierno. Apoyaremos al Gobierno Rodríguez quienes estamos en la diana de la banda. Y también lo haremos con cualquier otro Gobierno que trabaje por y para la desaparición de ETA; pero lo que no vamos a consentir al presidente Rodríguez es la estupidez con la que ha tratado a las víctimas y el desprecio gubernamental que hemos sentido los objetivos de la banda.
Tenemos un presidente que no nos sirve para alcanzar los altos fines de cualquier Estado de Derecho. Y si a lo absurdo de su comportamiento añadimos la cobardía de su Gobierno, del fiscal general del Estado, además de las socarronas intervenciones de su ministro de Justicia, mejor convocar elecciones generales antes de que los palos del sombrajo le golpeen en la testa. El Gobierno está quemado y el presidente en entredicho. Cualquier día le «hacen los perrillos» sus ministros.