Creíamos que no se podía estar en la procesión y tocando las campanas. Oíamos a muchos que no se podía tener dos yernos con una hija o que no se puede sorber y soplar. Incluso, hasta decían que si se estaba en el Gobierno, no se podía estar en la oposición a la vez. Pues parece que las cosas empiezan a cambiar: la palabra se le ha dado al hombre para encubrir su pensamiento, decía Charles M. de Talleyrand. Y a fe que muchos lo llevan a rajatabla. Y lo hacen con la mentira permanente que es lo que hoy se llama: criterio sindical.