La ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, “Maleni” para su entorno y jocosamente para un sector del mundo periodístico, se ha ganado a pulso la bronca y el desprecio de los catalanes y las risotadas del resto de españoles. No se puede acudir a la casa del vecino a insultarle y a burlarse de él, además de mostrar una altanería que esconde un complejo de inferioridad y un permanente mal humor. Dime de qué presumes y te diré de qué careces, reza un refrán muy español. Hasta ahora ha utilizado un mecanismo de compensación que le ha servido para ir tirando, hasta que hemos dado con las claves de la vulgaridad de la señora ministra de Fomento; aunque no solo no fomenta nada, sino que se limita a ‘chupar carrete’ de sus predecesores.
Cuando se ha visto entre la espada y la pared ha saltado cual topillo de plaga, pero no ha advertido que carece de habilidad para aventar culpabilidades y eximirse de las mismas. ¡Menudo carrete! Es frecuente comprobar cómo cubre la vergüenza de su gestión y la incompetencia de su Ministerio con el ataque mal organizado y peor dirigido. Viéndose ahogada en su mal humor y en su peor mala fe ha soltado un mamporro dialéctico a los catalanes. “Si fueran buenos catalanes, no se dedicarían a ser tan catastrofistas”, ha dicho. De lo que se deduce que el ciudadano no debe protestar por la mala gestión de ministras cuotas, como ‘Maleni’ Álvarez, que redecoran la falsa igualdad de género. El buen catalán, según la chulesca ministra, es aquel que se conforma con el caos que sufre su comunidad autónoma, sin rechistar. Solo así dejan de ser catastrofistas para ser buenos catalanes y mejores ciudadanos.
No deja de ser curiosa la fama de macarra que se ha ganado esta ‘florera’, capaz de igualar a muchos políticos masculinos en incompetencia, dejadez, improperios, abandono de funciones y mentiras mal elaboradas. Claro que, en esto de las mentiras, ha tenido buenos maestros en el propio presidente Rodríguez y en el entorno del mismo. Alguien dijo una vez que la igualdad se alcanzaría cuando las mujeres que ocupan altos cargos demostraran que pueden ser tan incompetentes como los hombres. Pues, señoras y caballeros, no se aplace más el logro de la igualdad. Con Maleni Álvarez y Carmen Calvo hemos cumplido el ciclo con creces. Y punto. “No le admito ninguna discusión”, que es como ella trata a sus oponentes políticos.
Trabajar no trabajará, pero apego al cargo y al coche oficial tiene mucho y le sobra. También le encantan las inauguraciones, aunque no le correspondan como ministra. Y todo por salir en la foto del día siguiente. Si a ello añadimos la errónea reacción de acudir a chulear a los catalanes, en plan ‘señorita arreadora’, que nadie se sorprenda de que todos los partidos del arco parlamentario le hayan pedido que se largue, puesto que ya ha racaneado bastante en el Ministerio de Fomento, fomentando nada y resolviendo menos.
La actitud de Maleni y sus improperios hacen que el presidente Rodríguez pierda votos cada vez que ésta abre esa boquita áspera y viperina. Entre Maleni y el bachiller ‘Pepiño’ pueden acabar con Rodríguez en números rojos. “Destitúyala. Relévela. Dimítala. Déle el cese, el finiquito, lo que sea. Cuanto antes mejor. Para todos, y también para usted, de veras», decía Ignacio Camacho en ABC, reclamando al presidente Rodríguez prontitud y eficacia para devolver a Maleni a su casa. Lo único que le salva a la ministra que nada fomenta — excepto el acaloramiento de la ciudadanía — es que, cuando se pone chula y nerviosa, habla a media lengua, se come letras, ‘trabuca’ palabras y olvida la entonación, con lo que no se le entiende la mitad de su retorcido discurso ‘aristotélico’. Hasta la concordancia le traiciona: “Si quisiera me voy, pero no les voy a dar el gusto”.
Ministra Maleni: Cuando reciba el cese del presidente Rodríguez, busque un hueco en su tiempo y relea a García Lorca. “Mira a la derecha y a la izquierda del tiempo – decía el poeta – y que tu corazón aprenda a estar tranquilo”. Una vez lograda esa tranquilidad aprenderá a valorar los sueños del futuro sobre la historia del pasado. Habrá iniciado, Maleni, un camino que se inicia en la reflexión y acaba en el sosiego. Salud, ministra.