Sabíamos que los sindicatos de clase eran la representación de la holganza permanente. Sabíamos también, porque así lo confirmó una liberada sindical en LA GACETA, que dañan el material de hospitales y empresas para entorpecer el normal desenvolvimiento de la actividad. Sabíamos que entre los liberados — precisamente por la misma fuente — predominaba el perfil del experto en escaqueo. Y sabíamos muchas cosas más, algunas de ellas mejor no confesar; pero ahora descubrimos que en plena crisis, camino de los cinco millones de parados, los dirigentes sindicales viven como auténticos ‘marqueses‘, convertidos en parásitos sociales, a costa del agobiado y sacrificado contribuyente.