Viendo las etapas de montaña del Tour de Francia se puede comprobar que proliferan las banderas etarras reclamando el acercamiento de los presos, además de numerosas ikurriñas con la cara de alguno de los asesinos de la banda terrorista. Algo no funciona correctamente cuando las huestes abertzales de ETA campan a sus anchas sin que nadie ponga veto. Dudo que esas actuaciones se hubieran podido llevar a cabo en España, salvo en el reducto de vascongadas. Como es sabido, habitualmente actúan en grupo y ocultos tras la cobardía que caracteriza a ETA.
Desde hace algunas semanas las aguas bajan revueltas por el impacto que ha causado la pronta liberación de Iñaki de Juana Chaos. Veinticinco asesinatos a sus espaldas y va a poder cruzarse por la calle con víctimas de sus acciones criminales. Incluso, podrá discutir con ellas en la comunidad de vecinos y coincidir en el ascensor o en el parque paseando al perrito. Si eso fuera así, algo muy grave sucede en la sociedad y una enfermedad terminal afecta a la Justicia. No por eso vamos a decir lo que tan caro le costó a Pedro Pacheco, ex alcalde de Jerez, por decir la verdad en voz alta; pero nadie nos puede prohibir que lo pensemos.