El Pacto por la educación debe llevar a un cambio de modelo, donde prime la calidad, exista una buena y adecuada planificación de la formación profesional, donde se corrijan infinidad de carencias (sobre todo en secundaria), se prime el trabajo, se profundice en contenidos. Lo que no es de recibo es la elaboración de falsas «pasarelas» que solo conducen a la confusión del sector que pretende regresar a los estudios, porque el mundo laboral le ha dado un fuerte ‘sopapo’ antes de tiempo.
El consenso para el Pacto es fundamental, necesario e imprescindible. Hay que añadir al nuevo sistema educativo: esfuerzo, sacrificio, intensidad, inversión, revalorización de la función docente y, lo que es más importante, ante la actual incapacidad de los sindicatos de clase el profesorado debe luchar por convertir su figura en autoridad pública.