Fue una insensatez instaurar un Gobierno de emergencia nacional, momentos antes del debate de la «moción de vacancia», algo así como la sentencia de destitución que le apartaba de la Jefatura del Estado.
Pedro Castillo, cesado como presidente de Perú por corrupción, malversación y otros delitos.
No me imagino al torpe, mentiroso y fantasioso, Pedro «Antonio» Sánchez, disolviendo el Congreso de los diputados para que no pudiera llevar a cabo la oposición una moción de censura. ¿Se imaginan a Sordo y a Álvarez cerrando sus «burdeles» sindicales para que no pudiera dirigirlos otro dirigente? Pues, ni corto ni perezoso es lo que ha hecho el corrompido presidente de Perú, Pedro Castillo, unas horas antes del debate de la «moción de vacancia» (sic) en un claro golpe de Estado. Además decretó un toque de queda para que no se moviera ni el apuntador.
«En cierto modo me ha recordado a Yolanda Díaz, la «Varufakis» comunista y vicepresidenta segunda del Gobierno de España que, recién nombrada ministra de Trabajo, fue preguntada por los ERTE y, la indigente intelectual que ha demostrado ser, no fue capaz de dar una explicación coherente».
No es fácil entender la torpeza con la que ha actuado el presidente peruano, como no es fácil entender esa pinta de cuatrero con ridículo sombrero presidencial, por mucho que los medios afines digan que es la propia imagen de un maestro rural de Perú. Yo creo que esos medios aduladores, tan propios de la izquierda falseada, falseadora y falsificada, lo han confundido con el maestro Ciruela, que no sabía leer y montó escuela.
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