Conocemos el mundo del sindicalismo desde todas sus perspectivas, por eso invitamos al ciudadano responsable, comprometido, trabajador y honrado a declararse apóstata sindical. Pero, además, les invitamos también a que quienes paguen cuota a los sindicatos dejen de hacerlo y la empleen en ayudas humanitarias que redunden en beneficio de la ciudadanía.
Solo así conseguiremos que se encauce el sindicalismo y se reforme la Constitución de 1978. Una Carta Magna que empieza a oler a podrido, parecer excesivamente carca y demostrar su vulgaridad en muchos de sus contenidos y predicamentos, como en todo lo referente al sindicalismo, hoy vergüenza del ámbito laboral y auténtico y demostrado enemigo de la clase trabajadora.