Juegan con la población como si fuera una pelota. Tanto el Gobierno de Rodríguez, como la oposición, han perdido el respeto hacia sus votantes. Saben que las elecciones generales están lejos y se sienten con el derecho a dar y a quitar, creyéndose dioses dentro de su miseria.
Han olvidado sus promesas y no quieren que se les moleste, ni en sus vidas ni en sus despachos. Ahora se dedican a atacar las pensiones o, lo que es lo mismo, a buscar fórmulas para recortarlas; pero con un agravante: siguen negándolo, mientras dan con la ‘afortunada‘ fórmula en la que poder apoyarse.
Durante las campañas electorales han dedicado gran parte del tiempo a ‘defender’ las pensiones, pero llegado el momento parecen acostarse en la misma cama, revolcarse interesadamente y pensar en la forma de rebajar las mismas sin que se note demasiado. Eso es lo que están negociando el partido del Gobierno y el Partido Popular.
Es a eso a lo que conduce la reforma de las pensiones. Alguien tiene que poner freno a semejante brutalidad. Si es cierto eso de que “a la calle no hay quien la calle”, pues…. ¡habrá que tomar la calle! Y lo deseable es que lo hiciera la ciudadanía, manteniéndose al margen el mundo sindical, que tanto daño social y económico lleva haciendo durante estas dos últimas legislaturas.
Muchas veces, cuando oigo a nuestros políticos habalr de las pensiones, se me ponen los pelos de punta, como a Filopat y Patafil. La confusión de conceptos entre nuestros políticos parece de los más habitual, lo cual también me preocupa sobremanera. A veces se convierten en fanáticos de la estupidez. Y ya se sabe. Decía, y con razón, Fernando Arrabal, que «los fanatismos que más debemos temer son aquellos que pueden confundirse con la tolerancia».