El País Vasco no merece seguir recibiendo más daño por parte de la derecha radical vasca. Cuatro años más de connivencia con la banda supondrían mayor alejamiento constitucional y mayor carga de insensatez.
La situación vasca nada tiene que ver con lo que Urkullu refiere sobre si PSOE y PP son capaces de pactar en el Gobierno de España o en las Cortes nacionales.
El País Vasco atraviesa por una situación de excepción — que ya se extiende desde hace cuarenta y cinco años — que hay que cortar de una vez, tenga el coste que tenga.
Es vergonzoso pasear por los pueblos del País Vasco y encontrar permanente alusiones a los presos; a su acercamiento y al cambio de la política penitenciaria; ver las jaulas simulando cárceles, como si fueran monumentos dignos; leer expresiones, como si los asesinos y represores del pueblo vasco fueran presos políticos, o las verjas decoradas con retratos de asesinos, colaboradores y soplones de ETA.
Toda esa parafernalia de vergüenza y represión lo ha consentido el PNV durante muchos años. Ha sido parte de su política para recoger los frutos del árbol que castiga ETA a diario.