Por Jesús Salamanca Alonso / A pesar de lo que piensan la izquierda antidemocrática de ahora, las amenazas no son argumentos electorales de peso. El tal Iglesias, por ejemplo, no ha dejado de hacerlas y de aventar odio porque es lo que lleva en su interior.
Nadie puede aportar más de lo que tiene: no puede haber patata donde no hay mata. Es un personaje caduco y acabado. Engañador de ‘alimañas’ y muñidor de intrigas. Si no ha cesado en las amenazas a sus adversarios es porque la torpeza le ciega, el odio le atenaza y la maldad no la reprime. El alto grado de miserables sentimientos le descalifica a diario, a la vez que actúa cual hongo para parásitos e incendiarios del mal. Sigue leyendo