Ángeles González-Sinde, la ministra de Cultura del Gobierno Español, va escalando puestos en intransigencia y sectarismo dentro de este nefasto y agonizante gobierno y probablemente ocupará las vacantes dejadas por su ex colega de Igualdad y la Vice-Vogue, en cuanto al intento de este Gobierno de controlar nuestros pensamientos, ya que se dedica a otras cuestiones, aparte de regar con abundante dinero aquellos artistas o autores que le bailan el agua y ganan la pasta gansa mientras sigan las consignas de la secta y hagan cine que nadie irá a ver, rememorando siempre desde su bando, una guerra civil de la que estamos hasta el gorro y deseamos olvidar de una vez.
Hace pocos días ha tenido un berrinche más que regular y ha vuelto de su viaje a Bruselas con las orejas rojas en cuanto le han echado para atrás su famoso “Canon Digital” y sus intentos de controlar Internet, con cuya recaudación se pretendían jubilar al mismo nivel de su recién jubilado Presidente, a toda la junta directiva de la SGAE. Anteriormente ya tuvo allí otro tropezón con su “Ley del Cine”. En Bruselas le han echado el ojo y no tiene más que fracasos cuando va por allí a hacer demagogia, por lo que prefiere dedicarse al rebaño nacional que es más obediente.
Ahora se dedica a desacreditar a todo aquel que escribe o dice lo que a ella no le gusta y no pertenezca al “Pensamiento Único” que su partido está dispuesto a implantar a toda costa en este país. En el Festival de Valladolid se comportó como una verdadera ‘hoolligan’ cuando prohibió a los artistas de su cuerda que saludaran al alcalde que había tenido la osadía de meterse con los morritos de su compañera. Lo consiguió, ya que estaba en juego el caer en desgracia de la todopoderosa y perder así sus derechos a la pasta gansa que regamos todos nosotros para que se hagan obras de calidad y no los bodrios que no llegan ni a estrenarse.
La ministra cree que las políticas de igualdad del Gobierno y la evolución de la sociedad han provocado un cambio de mentalidad y de ahí la reacción ante quienes “pisotean los derechos de las mujeres y la dignidad de cualquier persona (…), como demuestra (la reacción) a las declaraciones de Arturo Pérez-Reverte, del alcalde de Valladolid o de Sánchez Dragó”
Por estas y otras cuestiones anda rebotada la ministra y ahora ha criticado en Estambul al escritor Fernando Sánchez Dragó por sus polémicas declaraciones en el libro “Dios los cría…”. Lo que pasa es que tanto a Pérez Reverte como a Sánchez Dragó les importa un bledo la opinión que tenga la ministra de ellos, ya que sus libros se venden solos y no necesita el dinero que ella regala, para que otros hagan o digan lo que ella quiere. Con dinero de nuestros impuestos ha conseguido adormecer el cerebro de muchos de nuestros intelectuales más brillantes que ya solo se dedican a acudir cuando ella está en apuros.
En fin, habría que ir pensando en cambiar el nombre del Ministerio que ella regenta, por el de MINISTERIO DE LA CENSURA.